Capítulo Cuatro

2.4K 231 111
                                    

Steve había alquilado un apartamento en el centro de Washington, que era pequeño y discreto. Tenía solo una cama, y casi todo estaba en la misma habitación, como la cocina y la sala, la única excepción era, por supuesto, el baño.

En el momento en el que llegaron a él, el sol de la mañana iluminaba la habitación a través de la ventana de la escalera de incendios.

Bucky se veía al borde del colapso, como si apenas pudiera soportar estar de pie y no quedarse dormido. Steve lo llevó hasta la cama, en la cual se derrumbó.

Steve se apresuró a arroparlo. Y cuando estuvo a punto de alejarse, Bucky lo agarró con fuerza de la mano.

−No...−susurró−, no te vayas...quédate conmigo.

Steve miró a Bucky, y contempló la súplica en sus ojos.

Asientó lentamente, antes de sentarse a su lado. Bucky acomodó la cabeza cerca del regazo del Steve, apoyando la frente contra su muslo.

En ningún momento soltó su mano.

−No vuelvas a irte... −murmuró, antes de quedarse dormido.

−No lo haré −susurró Steve−, ya no lo haré.

Steve acarició el cabello de Bucky con la mano que no tenía ocupada. Realmente parecía ser un sueño, un sueño maravilloso, y eso lo asustaba: porque cada vez que se encontraba feliz por recuperar a Bucky y creía que las cosas irían bien, el destino se encargaba de derrumbar sus esperanzas de un zarpazo.

Esta era su última oportunidad de salvarlo, la última que tenía para asegurarse de eliminar todo el daño que le habían hecho, la última para asegurarse de que por fin fuera feliz.

Esta vez, se aseguraría de hacerlo.

***

Bucky durmió hasta mucho después de que el sol se ocultara, casi hasta las diez de la noche, y en ningún momento, Steve pudo alejarse de él.

Se mantuvo a su lado, mirando hacia el frente, o contemplándolo. Bucky se mantuvo agarrado de su mano, la cual apretaba a veces de más, pero que no soltó.

Steve estaba casi seguro de que Bucky no soñaba con nada, que sus sueños eran blancos, y que el único motivo por el que no podía parar de dormir era por lo que le había hecho Hydra; porque no estaba acostumbrado a estar tanto tiempo fuera de criogenización. Por eso aun no sufría las pesadillas a las cuales Steve ya estaba acostumbrado y conocía tan bien.

Cuando Bucky abrió los ojos por fin y parpadeó varias veces, Steve temió que no volviera a reconocerlo.

− ¿Steve? −preguntó Bucky, mientras lo miraba.

Steve asintió, eso pareció relajar a Bucky, porque volvió a cerrar los ojos por un segundo.

Gracias a Dios, pensó.

Luego de un segundo volvió a abrir los ojos e intentó sentarse, Steve le ayudó.

−¿Cómo te sientes? −preguntó con cautela.

Bucky lo miró fijamente, y luego se miró a sí mismo.

−No lo sé...−murmuró y la honestidad con la que lo dijo fue un golpe directo al corazón de Steve.

− ¿Tienes hambre? −Steve intentó con otra pregunta.

−No.

Steve guardó silencio. Realmente no sabía cómo tratar a Bucky cuando estaba tan herido y perdido, sentía que, si era muy brusco, lo quebraría.

Steve observó a Bucky mirarse la mano.

−Estoy sucio... −susurró Bucky, distraídamente, antes de mirar a Steve−, quiero una ducha.

I Will Find You (Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora