Como un gato

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Cuando terminaron la cena, Yoongi y Jimin le dieron un recorrido a Jungkook por toda la mansión, que terminó en la acogedora sala de estar.

Jungkook había visto, maravillado, la cantidad de cosas preciosas que reunían: estatuas, lienzos, alfombras y hasta armaduras. Algo constante era la cantidad de relojes por todos lados. Había visto tantos temas de interés que no entendía cuáles eran de quién: una importante colección de libros y otra de instrumentos musicales; un invernadero con flores de todo tipo, un telescopio dentro de un domo con luces que se proyectaban en forma de las constelaciones y hasta un cuarto con frascos que contenían líquidos de colores.

En la sala de estar, escogieron asiento delante de la chimenea, donde estaban tendidos tres gatos naranja. Al ver a los humanos, los gatos se fueron.

—Vaya… He visto muchos gatos —dijo Jungkook, acomodándose en el mullido sofá.

—No sobrevivirían en el bosque solitos —Jimin se sentó a su lado, dejándose caer juguetonamente—. Nos daba pena echarlos.

—Están aquí para trabajar, ellos se comen a los ratones —zanjó Yoongi, tomando una silla para él solo.

—Ya veo…

Guardaron silencio por algunos momentos, bebiéndose una infusión que les llevó la misma mucama, echa con plantas del invernadero.

—Su casa está muy lejos de la civilización —Jungkook no sabía qué más decir para romper el silencio y le urgía decir algo, para distraerse. Jimin estaba tan cerca de él que el roce de sus hombros le ocasionaba cosquillas—. Deben salir muy seguido, porque vivir rodeados de gatos y una mucama no debe generar conversaciones precisamente brillantes…

—¿De qué hablas? La mucama tiene una mentalidad excepcional. Admito que está un poco loca, pero, ¿no son así las grandes mentes? —comentó Yoongi—. Tal vez te has perdido de valiosas conversaciones con tus sirvientes, principito.

Jungkook se sintió un poquito atacado, así que decidió hacer una pregunta directa, evitando mirar a Yoongi pero no ser muy obvio al respecto.

—¿Cuánto tiempo les lleva ir a comprar los víveres al poblado más cercano?

—Eh… No estoy seguro cuánto le toma a la mucama —contestó Jimin apresuradamente, ansioso por ser él quien interactuara con el príncipe—. Nosotros nunca salimos de aquí.

—¿Qué?

Todo pasó tan rápido que Jungkook se sintió perdido: Jimin se calló abruptamente y Yoongi le dirigió una mirada demasiado severa; después, se hizo un silencio muy incómodo.

Jungkook se planteó si debía sugerir que todos se fueran a dormir. Eran las tres de la mañana, después de todo.

—¿No salen mucho? —reinterpretó Jungkook, intentando sonar casual—. ¿Por qué?

—¿Para qué? —Yoongi se repantingó en su silla, dejando la taza de té sobre la mesita alta que tenía a la derecha—. La sociedad es una mierda. Prefiero vivir completamente alejado de un lugar en donde una sola persona se siente tocada por Dios y hace lo que le place con la vida de sus súbditos.

—¡Yoongi! —exclamó Jimin, le dirigió una sonrisa forzada a Jungkook y después una mirada de reproche al otro—. No olvides que Jungkook es un príncipe.

—No lo olvido ni me oculto de nadie, Jimin —respondió Yoongi, rodando los felinos ojos—. No soy un hipócrita como tú.

—¿YO? —Jimin estaba tan indignado que se sentó muy derechito sobre su sitio, como si estuviera a punto de saltar sobre él.

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