Día dos: Sonríe a los desconocidos

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El timbre estaba sonando. Annie se despertó de golpe, con el pulso acelerado. ¿Quién sería? Otra vez la policía, la ambulancia ... Pero no, lo peor ya había pasado.

Se incorporó y vio que había vuelto a quedarse dormida en el sofá, con la ropa que había ido al hospital. Ni siquiera lo grabé en la tele. ¿Tatto Fixers, quizás? Le gustaba ese programa. Se siente mejor sabiendo que algunos tomaban decisiones aún peores que las suyas.

Riiing. Apartó la manta con la que se tapó. Al levantarse, entre su ropa, cayeron al suelo migas, pañuelos usados ​​y un mando a distancia. Era como si hubiera vuelto a casa prestacha, pero borracha de tristeza, dolor, rabia.

¡Riiing!

__¡Ya voy!

Dios Pero ¿Qué hora era? Miró el reloj del televisor. Las 9.23 de la mañana. Tenía que darse prisa o no llegar al horario de visitas. Costas se había ido a hacer siglos para cubrir el turno de los desayunos; Entra y salga sin apenas cruzarse con ella. De pronto se redujo la misma vida: la vida de los dos años siempre se ha dormido.

__¡Annie Hebden! ¿Estás en casa?

Annie frunció el ceño. A través de la cadena de la puerta es una mancha de color verde esmeralda. Era la rareza del hospital. Polly no sé qué.

__Eh ... ¿SÍ?

__Te traído una carta. __Una mano se asomó por el hueco de la puerta, esa vez con las uñas plateadas, y se colocó sobre la nariz de Annie. Iba a su nombre, pero con otra dirección__. Supongo que tú has recibido la mía __añadió alegremente.

Annie miró la montaña de cartas apiladas sobre la alfombra. Facturas. Una suscripción a tu jardín que ya debería haber sido cancelada hace tiempo. Y un sobre blanco, inmaculado, un nombre de Polly Leonard.

__¿Qué ha pasado?

__Supongo que Denise se lio con los nombres cuando cambiaste la dirección. Ya tienes la llamada para que arregle.

¿El hospital podría facilitar sus datos tan alegremente a cualquiera?

__¿Ya has come hasta aquí solo para darme una carta?

Más tarde en la hora de casa de Polly, en Greenwich, hasta la de Annie, en Lewisham, más aún en hora punta.

__Claro. Nunca había estado en esa parte de la ciudad, así que yo he dicho: << ¿Por qué no? >>.

A Annie se le ocurrieron millones de razones para no poner un pie en Lewisham. La elevadísima tasa de criminalidad. La monstruosidad que era su centro comercial de los setenta. El hecho de que llevara años en la zona de arriba, hasta que se conviertan en un infierno de coches, martillos neumáticos y alquitrán chorreante.

__Vaya. Pues gracias por traérmela. __Hizo pasar la carta de Polly por el hueco de puerta__. Bueno, adiós.

Polly se movió de donde estaba.

__¿Hoy también irás al hospital?

Su instinto le dijo que mintiera, pero por alguna razón Annie no pudo.

__ oh si Sí que he de ir, pero ...

__¿Tienes hora con el médico?

_No exactamente.

No tenía ganas de dar explicaciones.

_Yo también he de ir. Él tendría que hacer juntas el trayecto.

De vez en cuando, Annie se quedó en la oficina, a veces hasta veinte minutos más, para que sus compañeros se hubieran ido y se haya tenido en cuenta.

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