~ Armonía de Colores ~

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Día 17: Dorado, Rojo y Azul.

Si le preguntaran a Tony Stark qué colores había vivido a lo largo de su vida, diría que se jodieran porque él no vive colores, pero si le preguntara alguien importante para él, diría que los colores que sentía más presentes eran sin duda dorado, rojo y azul. No sólo porque Rogers le estrellara su escudo con estos colores por todo su yo, no.
Su vida estaba plagada de rojo, él mismo portaba una "armadura" roja pero el verdadero rojo en su memoria era el rojo que escurría entre sus manos, en su memoria, sus sueños se teñían de rojo y era algo inlavable que nunca iba a poder olvidar. Tal vez otros lo olvidarían y seguirían adelante, pero él no.

Azul, claro que sí, el confiable azul que veía en sus sueños reviviendo la cruda realidad de que cuando él llegaba a "salvar" el día, las personas se teñían de ese color. Personas azules por todas partes abandonadas a su suerte por su salvador.

Dorado, el dorado era un color muy complicado, era un arma de doble filo. El dorado era el sol que brillaba en su deslumbrante armadura anunciando su llegado como un jinete del Apocalipsis, lo recordaba reflejarse en el rojo y azul bajo él. Pero también evocaba a su madre, el dorado le recordaba totalmente a su madre, una de las pocas personas más importantes en su vida.

Ahora bien, tal vez eso es lo que hubiera dicho hace un tiempo pero recientemente había una persona que había logrado opacar en gran medida toda esa mierda, y ese era Peter. Así es, su Underoos había llegado como un rayo de sol a darle un poco de alegría a su vida. Dorado, rojo y azul eran los tres colores con los que podría describir a Peter y entonces sí rogaría por soñar con ellos.

Lamentablemente para Tony él era rojo, rojo puro que teñía y devastaba todo a su paso, incluso sus cosas y personas doradas. Peter era una de ellas y Tony haría hasta lo imposible por no teñirlo de ese color. Lo cual resultaba irónico pues él mismo le había dado un traje de ese mismo color, pero en fin, él no era conocido por sus acciones racionales.

Ahora que si le preguntaban a Peter qué pensaba sobre el dorado, rojo y azul él inocentemente diría que eran los colores primarios pero una vez que entendiera de que iba todo diría que estaba conflictuado.

El azul le recordaba mucho al Capitán América y no es que lo odiara particularmente, es sólo que no era de su agrado e inevitablemente celos surgirían en él, así que no era un rumbo que quisiese seguir. También pensaba en él, su traje tenía azul y combinaba perfectamente con el hermoso traje que el señor Stark le había dado y eso le traía una encrucijada que le dejaba dolor de cabeza así que sí, el color azul no era en definitiva su favorito. En cambio el rojo y el dorado los amaba, no sólo porque eran los colores del señor Stark y los que llevaba él mismo...bueno sí. La verdad es que sí, era por eso. Inevitablemente cuando pensaba en rojo y dorado pensaría en Tony, era algo autoimpuesto e implantado en las mentes de todas las personas y en la de él, sin embargo, Peter sabía que el señor Stark no era apegado a ellos, en especial al rojo. Para Tony el rojo era como para Peter el azul, conflictivo.

El señor Stark nunca se lo había dicho pero el joven sabía que el rojo le recordaba a la sangre que él creía haber derramado, o que el azul le recordaba a todas esas personas muertas a las que no pudo salvar, y no lo culpaba, él también lo asociaba con las vidas que no pudo salvar por su ingenuidad. Y ese tipo de pensamientos habían sido justamente los que los habían separado.

Ambos se amaban, eso era obvio para cualquiera que los hubiera visto tiempo atrás, incluso algunas personas aún lo pensaban. Sin embargo, esos colores que tanto los unían también los separaban porque ambos eran un caos juntos, una bomba de problemas, una bomba de tiempo. Su relación había caído justo en el tipo de relación que nunca habrían querido que cayera, en una relación tóxica. Ambos llegaron al punto en que las heridas eran demasiado para ellos, se gritaban y lastimaban mutuamente cuando la carga los desplomaba, no era sano pero ambos se amaban. No podían vivir sin el otro aún si el sufrimiento era agonizante y habían adquirido una manía por lastimar a esa persona que amaban y habían prometido nunca dañar, estaban enloqueciendo y eso pudo con ellos.

Tony creía que Peter era la pieza dorada más hermosa que haya visto en su vida como el mismísimo oro, invaluable e inalcanzable pero también pasajero. Agradecía infinitamente haber podido tenerlo y amarlo aunque fuera por un tiempo, porque así como los diamantes pueden teñirse de rojo, el oro también y él era un experto en eso, herencia de su padre tal vez. Peter creyó que Tony nunca lo teñiría de rojo y en tal caso extremo creyó que no podría ser tan malo, pero se equivocó. Fue absorbido por esa marea roja y ahogado en ella, se fusionó a tal extremo que no sabía dónde comenzaba el rojo y donde acababa el azul.

Habían aprendido a sobrevivir uno sin el otro, habían encontrado sustituto a esos colores y aunque siempre extrañarían al original una variante no era tan mala, porque aunque no hiciera una armonía tan hermosa como la que ellos hacían, una variante no podía teñirte. Una variante solo te complementaba y listo, había un balance, en cambio si juntabas dos colores puros ambos lucharían irremediablemente por derribarse y dominar en un interminable caos. Ahora Peter estaba en orden con su suplente rojo-violeta y verde llamado Quentin Beck y Tony había encontrado control con su suplente azul-marino y rojo llamado Steve Rogers. ¿Y el dorado? el dorado siempre serían el uno del otro, ellos siempre serían su único dorado sin importar con quien hicieran su armonía.

Starker Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora