CAPÍTULO 8 - UNA ESPERANZA

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Y ahí estaba ella, una niña de piel clara, con unos lindos ojos negros y cabello castaño que le llegaba a la mitad de la espalda; la había visto unas cuantas veces por la escuela pero no había puesto mucha atención a decir verdad.
Muchos me catalogarán de un mal amigo por lo que voy a decir, pero me gustó al instante en que la vi, es más, me enamoré. Si de algo pueden estar seguros es que no fue un amor tonto de niños que a los tres días se olvida, ustedes mismos lo sabrán conforme avancemos en la historia.
Trate de dispersar los pensamientos y le pregunté su nombre, "Ana" era el nombre de la nueva dueña de mi corazón.
Una cosa es que me haya gustado y otra que tratará de como dirían coloquialmente "bajarle la novia" a mi viejo amigo, así que le tuve el respeto que merecía su relación y esperé.
Un mes paso aproximadamente cuando me enteré que su relación había terminado, mi mente, mi corazón, todo yo estallé de felicidad al enterarme, ¿Sería que al fin podría tener algo con ella? Solo el tiempo lo diría; recuerdo que hasta pensé en planes de como enamorarla y hacer que supiera de mi existencia.
Unos días después en la escuela me enteré que había empezado una relación con otro viejo compañero de mi antiguo salón, me sumí en una tristeza y desesperación terrible, a las que lastimosamente ya estaba acostumbrado. ¿Qué podía hacer ahora que ya todo estaba echado al retrete? Lo mejor que pensé y siendo sincero podía llegar a hacer era ser optimista y seguir con mi plan, total, nada dura para siempre.
Hiban pasando los días y poco a poco me acercaba más a ella, al poco tiempo fui capaz de hablarle. La mejor carta de presentación que pude dar fue: Hola! Soy amigo de Cristopher. Bueno, algo es algo.
Pasaron los días y yo feliz de la vida por poder hablar con ella por lo menos 3 minutos. Algo que me desánimo mucho fue el saber que a muchos les gustaba, muchos que a decir verdad no es que fueran más atractivos, inteligentes o simplemente mejores personas que yo, sino que despertaban mayor interés en las niñas, por ejemplo buenos deportistas, buliadores, tarados, inmaduros, patanes, etc, ya saben, lo que a toda chica le gusta.
Pero pensé: si me esfuerzo, por qué ha de importarme. Así que seguí insistiendo hasta que ya podía presumir que me llevaba bien con ella. Cuando nada podía ser más increíble paso, había cortado con su novio.

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