Aún con la espada ardiente en el cuello de Lival, su rostro seguía burlándose de la muerte. La tensión era dura como el acero, pero eso no le importaba. Lival no se inquieta, agarra la hoja con ambas manos y se atraviesa el cuello. No sangra, no muere, solo ceniza sale de la herida:
-¿Lo ves? Ya estoy muerto -.
La voz cavernosa del caballero de la llama retumbó en la catedral:
-Yo te mataré de nuevo -.
La mano del caballero de la llama atravesó el estómago de Lival y explotó, pero las cenizas seguían acudiendo a Lival. El caballero saltó escaleras abajo y partió las láminas de mármol labrado del suelo al impactar. Lival se había esfumado, pero su voz retumbaba en los pilares:
-No puedes matarme... No puedes matar a lo que ya está muerto -.
El crepitar de las llamas azuladas del caballero daban un brillo hipnótico a las sombras de la catedral. A paso lento, el caballero avanzó con ruido metálico por la sala, mirando de un lado a otro. Un movimiento, un susurro, bastó para que el caballero hiciera explotar una columna con un rápido movimiento de su espada:
-Deberías calmarte... No me gustaría que murieras por tu arrogancia -.
De nuevo las voces retumbaron. Se podía ver un hilo de sangre bajando por el yelmo negro, Drev no podía seguir resistiendo. De nuevo otra sombra, otro movimiento entre las columnas, y el caballero la cortó limpiamente con su espada. La columna se desmoronó en una lluvia de escombros. De nuevo la voz resonó:
-¿Quieres saber cómo conseguí volver de entre los muertos? -.
El caballero hizo estallar otra columna:
-La puerta de los elementos vino a por tu alma, pero, a cambio de salvarte... Le entregué mi alma -.
El caballero reventó otras cuatro columnas. El techo comenzó a desprenderse:
-Tienes pesadillas... No te sientes vivo... Eso es porque parte de tu alma ya se ha ido tras las puertas de la muerte, y poco a poco se te está escapando la vida. Tú no deberías estar vivo -.
-¡CÁLLATE! -.
El caballero de la llama alzó su espada flamante en llamas azules y se pudo ver por los boquetes del tejado como el cielo se abría. Un brillo antes visto cortó las nubes y dejó ver una espada gigante de fuego:
-Eso es... Hazlo y reúnete conmigo en el etereo... -.
La espada comenzó a descender con furia sobre la ciudad. Miles de personas morirían entre el fragor de las llamas de la muerte. El caballero estaba gritando. Algo se movió en las sombras de nuevo:
-¡TÚ ERES MI MALDICIÓN, MUERE! -.
De un bofetón Kaedra le quitó el casco al caballero. La espada dejó de brillar y el cielo recuperó su color normal. El caballero estaba de rodillas con la armadura negra y sin el yelmo, dejando ver la cara de Drev con expresión absorta. Kaedra lo abofeteó de nuevo, esta vez con más fuerza:
-¿¡Es que te has vuelto loco!? -.
Drev recuperó la consciencia y la armadura comenzó a hacerse pedazo. A medida que la armadura desaparecía Drev se miraba las manos. Los trozos de metal se hacían añicos ante sus ojos. No escuchaba nada, solo veía, y veía a Kaedra llorando ante el. De nuevo otro bofetón lo sacó de su asombro, lo golpeó con tal fuerza que resonó en lo que quedaba de la catedral:
-¡Respóndeme! ¿¡Acaso has perdido las ganas de vivir!? -.
-Yo solo... -.
-¡Mírate! -.
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Drev: El Cazador de Fuego.
AdventureDrev es un mercenario a sueldo, el mejor mercenario del mundo. Usa el fuego para quemar a quien se oponga. Pero debajo de todo esto hay una historia encerrada. Una historia que alejará a Drev de todo esto y lo obligará a revelarse contra sus superio...