Capítulo diecinueve

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Aiden:

Hoy no había sido una de esas noches malas, una de esas noches estrelladas en la casa, sin nada interesante para hacer. Fue incómodo al principio, pero se tornó lindo cenar con la familia de Emma. Esas personas parecían ser unidas, amorosas y, a pesar de tener una enorme y hermosa casa y mucho dinero, daban la sensación de ser humildes, y era agradable estar en la misma mesa en la que una familia comía tranquilamente y no habían discusiones, insultos, llantos o silencio.

Nunca tuve la oportunidad de tener una familia como la de Emma, y aunque sabía que estaba mal envidiar, yo sí que la envidiaba... Su padre y su madre —mucho más el padre— parecían ser de los que preguntaban al invitado para que su hija no estuviera con mala junta, pero era más que entendible y me daba una linda sensación pensar que esa chica estaba en una familia que la quería demasiado y que se preocupaban por su bienestar. Era otra cosa que envidiaba de aquellas personas... tenían lo que yo no podía: amor.

El amor en una familia es de lo más importante para el desarrollo y el crecimiento de una persona. Pueden haber altibajos como en cualquier unión, pero el amor siempre lo puede todo y es esencial que esté presente. Cada que llegaba a casa, o mamá no estaba o, si estaba, empezábamos a discutir por alguna estupidez. Esa mujer no me quería en lo absoluto, si me había dado a luz fue porque no tenía dinero para abortarme y bien me lo dejó en claro más de una vez. Para ser exactos, toda mi vida. Era doloroso escuchar a tu propia madre decir algo semejante como eso... te quiebra, te hunde. Es como una patada en el estómago o un balazo en el corazón.

¿Cómo alguien que esté bien de la cabeza dice eso...?

Mamá era de esas personas... de esas mujeres que no tenían propósitos en la vida, de las que buscaban hombres para que les resolvieran la vida porque no querían trabajar, de esas que, cuando tenían un dinerito lo usaban para cosas inútiles como la droga, papelillos, cigarrillos o alcohol. Se preocupaba muy poco por su imagen, siempre llevaba un estilo demasiado desarreglado y prácticamente vivía todo el tiempo en la cama, durmiendo y, cuando estaba arriba, metía a hombres a la casa o salía. Muchas veces sucedió que no volvió a casa por días, y cuando llegaba, lo primero que hacía era buscarme problemas. Detestaba vivir con ella por todas estas razones. Porque así como me decía a mí que no me quería, sabía que a mis hermanos se lo empezaría a decir pronto. Mamá estaba muy mal. Mamá no era mamá. Mamá no sabía ser mamá.

Cuando la mamá de Emma preguntó cómo estaba mi madre me tensé por completo y no pude evitar comparar a Brisa y a Melissa, mi madre; Brisa era amorosa; Melissa era odiosa.

A veces la llamaba por su nombre porque me dolía decirle «mamá». Es duro ver que la persona que te dio la vida te trata como si fueses una basura, como algo sin corazón, sin sentimientos... Duele mucho. Más cuando te pega y te insulta... Eso no se hace. No está bien. Y siempre que me golpeaba y yo intentaba defenderme deteniéndola, ella se hacía la víctima y mis hermanos se asustaban mucho y Nick terminaba llorando en la habitación. Mi cabeza siempre se quedaba en alerta por las dudas de que mamá se atreviera a dar un paso hacia el frente y golpearme, pero en otros momentos, no me la veía venir... y la pagaba feo. Porque después los moretones quedaban en mi cuerpo.

Pero los moretones en mi cuerpo no se comparaban con los de mi corazón.

A veces intentaba con todas mis fuerzas no llorar, pero era complicado cuando me hería tan feo con palabras... Mierda, yo odiaba vivir en esa puta casa, detestaba vivir con ella y que mis hermanos siempre vieran las constantes peleas. Siempre se trataba de lo mismo. Peleas por estupideces. Peleas por su inmadurez.

Mis hermanos llegaron contentos a casa porque Katherine los había hecho jugar mucho y se habían divertido demasiado con todos los juguetes que la niña tenía. Me alegraba que el no entender algo de matemática me llevara a pedirle a Emma que por favor me ayudara, porque de lo contrario los enanos no la habrían pasado tan bien. La mejor parte fue la cena... al menos esa familia pudo darles lo más parecido a un día tranquilo, compañerismo y amor. Sé que no conocía nada a esas personas, pero se nota cuando la gente tiene humildad.

La Tristeza De Sus Ojos  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora