Adaptándose

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Dedicado a @ZCReka

Capítulo 9: "Adaptándose"

Cuando las puertas se cerraron, la gente empezó a salir de todos lados, cachorros curiosos olfateaban el olor desconocido que traía el extraño, hembras celosas fulminaban con la mirada al maldito que osaba estar encima de su señor.

A diferencia de otras aldeas, la gente no se amontonaba para ver a su señor, sino que simplemente miraban disimuladamente, pero sin dejar de hacer sus tareas.

Claude observó para su sorpresa que, esta aldea, era muchísimo más grande que la suya, obviamente debía de serlo porque era la manada principal, miles de casas y negocios de todos los tamaños y formas se esparcían por todos los lados, pero un tipo de sendero se mantenía en medio.

Claude sentía las frías miradas que le dirigían las hembras, por lo que, un poco cohibido, escondió la cabeza en el espeso pelo de su esposo.

Siguieron el sendero hasta llegar a otra muralla, un poco más chica, pero, aun así, imponente como la primera. Esta estaba vigilada por muchos guardias, pero a diferencia de la otra la puerta se encontraba abierta.

Atravesaron la segunda entrada, ante la mirada de Claude se alzaba un gran castillo, con tres torres altas, todo parecía muy antiguo y lúgubre, no había jardines ni adornos.

—Ya me puedes bajar —dijo incomodo al darse cuenta de que aún seguía agarrado fuertemente del cuello.

El lobo negro paró para que él pudiera bajar. Ahora de pie, entró caminando al palacio.

Para sorpresa de Claude, dentro, el castillo era realmente acogedor y estaba decorado con muy buen gusto. Caminaron por un pasillo hasta que este acabo. Para maravilla del peliblanco, un hoyo de luz se abría en medio de una gran habitación en forma circular, alrededor había muchas puertas y pasillos, muchos sirvientes iban de aquí para allá en silencio. Y en medio, un enorme sauce se alzaba imponente, extrañas hojas rojas florecían de las ramas.

Era algo muy hermoso.

—Muéstrenle la habitación. —La voz de su marido lo distrajo—. Tengo cosas que hacer-

Lucian entró en una de las muchas habitaciones que rodeaban al árbol.

—Por aquí, mi señor. —Una mujer lo guio por un largo pasillo lleno de antorchas, entraron a lo que parecía la alcoba del alfa.

Del techo colgaba un candelabro lleno de velas derretidas, todo estaba oscuro, en medio había un gran trono de marfil blanco, rosas esculpidas subían por él, escalones cubiertos por una roja alfombra y grandes ventanales se encontraban cubiertos por cortinas empolvadas.

—Por aquí esta vuestra alcoba.

La mujer lo dirigió a una discreta puerta de pesada madera, se encontraba cubierta por una cortina, dándole la apariencia de otro ventanal.

Dentro no estaba mucho mejor que afuera, varios pergaminos y libros se desparramaban en el suelo, muchos enormes colchones se esparcían en el suelo lleno de alfombras. Cerca de una pared, un escritorio albergaba pequeñas montañas de papeles y la única ventana estaba también cerrada.

A Claude no le mejoró el humor saber que su esposo vivía en un cochinero, pero, bueno, viendo el lado positivo a las cosas, tendría con que entretenerse: limpiar el mugrero.

—¿Desea algo más, mi señor? —La cara de diversión de la maldita decía que disfrutaba de su agonía.

—No, gracias —respondió educado, nunca perdería el orgullo—. ¿A qué hora vuelve mi marido?-

Aullando bajo la misma lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora