Tercera escena: Bodega.

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En las estrelladas y negras noches de diciembre, las estrellas de Satan brillan mas que el sol. Los corazones sucios por la sangre y la muerte son los más poderosos durante las noches del diablo blanco.

Y esas almas, aún con su crueldad, eran más desdichadas y torturadas que todas las que alguna vez pudieron existir...

...

Se suponía que yo debía irme en cuanto terminaran en el banco. No puedo quedarme, me van a matar si descubren que yo los llamé. Se suponía que ustedes me darían una salida, no que me mandarían directo con ellos —desesperada, la voz al otro lado de la bocina trataba de convencer al oficial—. Ustedes creen entenderlos, pero no. No lo hacen. Yo conozco bien a Lincoln y sé lo que haría si descubre lo qué hice.

—Entiendo tus dificultades, de verdad. Me hago responsable por completo del fiasco del banco. La cagamos. Si hubiéramos esperado un poco más y hecho bien las cosas tú ya estarías en la casa de protección de testigos descansando y toda esa gente muerta seguiría viva —el jefe de la policía de Royal Woods, Quentin Carpentier quiso ser comprensivo y amable, tratando de ser lo más humano posible con su informante. Después de todo, lo que le pedía parecía un suicidio—. Entiéndelo, no hay de otra. No podremos atraparlos de nuevo, seguramente tomarán más precauciones para la otra. Está es la última vez que podamos probablemente.

El error fue de ustedes, no mío. ¡No mío! ¡Yo hice todo bien! ¡Yo no tengo qué hacer esto! —la voz perdió por completo la paciencia, dándole a Quentin unos terribles dolores de estómago por la tensión—. ¡Que ustedes no hicieran su puto trabajo no es mi culpa! ¡Puta madre! ¡No estamos hablando de cualquier pendejo de la calle! ¡Háblanos de Lincoln Loud! ¡Mi papá me va a hacer trisas! ¡Él y sus perros! ¿¡Maldición no pudieron hacer nada bien!? ¡Les puse a los perros de Lincoln en bandeja de plata y ustedes, estúpidos de mierda, la cagan! ¡¿Cómo siquiera es eso posible?!

—Te pondría la placa del oficial que arruinó el caso, pero sucede que lo mataron. Le volaron la cabeza. No solo a él, de los doce policías que mande, diez están muertos y dos desaparecidos. Tú lo dijiste, no son cualquier vago de la calle. Hablamos de Lincoln Loud y sus hombres de más confianza, has trabajado con ellos durante mucho tiempo. Sabes que no son estúpidos —él mismo también comenzaba a perder la paciencia—. Si de verdad quieres salirte de ese bodrio negocio que maneja tu familia tienes que cooperar. Te doy mi palabra de que no te va a pasar nada.

No quiso, ni tuvo el valor de decirle que, de todos los oficiales involucrados en el caso, solo cinco sabían su nombre e identidad y que, curiosamente, dos de ellos eran los oficiales desaparecidos.

¡Debieron mandar más gente! ¡Ellos...! Ellos son asesinos perfectos. Los he visto matar a hombres del doble de su tamaño y en doble cantidad... Son unos monstruos.

—Eso es lo que quiero evitar al atrapar a Lincoln —por fin encontró la manera de que su informante cooperara, se sintió algo vil usar los sentimientos, pero era su única carta—. Me lo has dicho muchas veces. Lincoln consigue niños y los hace asesinos desde pequeños. Es un maldito sin corazón. Permíteme por fin darle carpetazo a esto. Ayúdame y ya jamás ningún niño o niña sufrirán lo que tú y tus hermanos tuvieron qué.

En el fondo, Quentin si sentía mucha pena por la persona al otro lado de la línea. Criada como perro de batalla desde su nacimiento. Lo peor era que su caso no era de los únicos, o de los peores. Si lo que su informante le había contado, no solo hablaban de asesinos criados para ser perros fieles al albino. Sino que también había vendedores de drogas, secuestradores, traficantes de blancas, prostitutas.

Los Perros De Lincoln. (Historia Corta de TLH). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora