Quita escena: El primer y último trabajo de los Loud.

249 15 3
                                    

—Están aquí hoy, porque van a robar una joyería. Y no me refiero a que sólo van a llegar y se van a llevar los diamantes, no. Van a vaciar esa puta joyería —Robert Pitt Kubrick miraba serio a los seis adolescentes sentados enfrente de él, los nuevos de la pandilla, la escoria—. Van a sacar de ese maldito lugar cada mísera piedra que haya. No me importa si es una bola de granito salido del culo de una prostituta de los barrios bajos o si es el maldito rubí mayor con el que la puta corona de la Reina Issabella ni mucho menos si es el jodido diamante con el que Frank Sinatra adorna la punta de su dildo. Quiero que saquen todo, y con eso me refiero a literalmente todo.

—Pero qué pasa si no hay diamantes, y si hay, no lo sé, esa joyería barata que usan las prostitutas que siempre andan rodando la avenida Newman. Éste es un pueblo chico, de gente jodidamemte pobre —un pelirrojo lleno de pecas y de rostro alargado dijo, no como broma, él podía bromear mucho, pero en ese momento todo su interior le decía que era mejor no hacerlo—. Solo por poner un escenario hipotético, y solo para aclarar, una vez más. ¿Qué hacemos si llegamos y resulta que toda es mierda que se vende a doce dólares el kilo?

—Es un pueblo pobre, sí. Pero en los barrios más viejos vive gente de tanto dinero que bien podría coger con Monroe, presumirlo y nadie pensaría que es mentira. Y esa gente es insufriblemente presuntuosa, ¡mierdas totales! Es tan simple como que llegan a un prostíbulo y le dicen a la puta más bonita "Linda noche, perra, ¿quieres escuchar sobre mis propiedades en Suiza?" —le respondió el pelirrojo con pecas sentado al lado de él, que traía gafas gruesas y un cabello salvaje sin cortar.

—Monroe solo coge con el presidente, viejo. No me interesa saber como vive los grandes gordos enriquecidos de los pueblos, pero el pendejo cara de culo salpicado de caca tiene un punto—un tercer pelirrojo habló, éste tenía cabello bien cortado de los lados en una forma circular y un cuerpo obviamente mucho más fornido que el del resto de hombres allí presentes—. ¿Si eso llegará a pasar nosotros qué hacemos? ¿Nos damos una mortal hacía atrás y decimos que todo fue una broma? ¿Qué somos, no sé, unos jodidas artistas ambulantes que van de pueblo en pueblo haciendo recreaciones de asaltos en joyerías?

—Sería la mierda más anticlimática que pudiera suceder, idiotas cara culos. Es una locura, imposible que eso pase. Primero me tiro un pedo tan fuerte como para regresar en el pasado y salvar al presidente Lincoln antes de que se presente una mierda como esa.

Burlón, el chico negro sentado atrás de los tres le dio un golpe con la palma al pelirrojo que había hablado primero. Todos empezaron a reír, incluso el hombre parado enfrente, que no tardó mucho en mirar intrigado al albino y a la chica alta y morena sentados en el fondo.

—¿Y ustedes? ¿No tienen mierda pendeja que añadir sobre el tema? ¿O me puedo dar el lujo de seguir sin que ninguno de ustedes dos crea que es oportuno escupir mierda sin sentido a mitad de mi conversación con esta bola de abortos mal hechos?

—No señor. Nada.

La chica fue rápida en responder, con un tono serio que era muy impropio de ella, algo que solo los hombres sentados a su alrededor notaron; sus amigos.

—La verdad, señor. Escucho suficiente mierda como esta en mi casa, pero no me molesta añadir mi toque de basura a estas hermosas conversaciones con nada de sentido sobre quién se coge a la más buena del país —jocoso y con una sonrisa pícara, como si estuviera invitando al hombre a la cama, respondió el albino con pecas —. Pero yo conozco esa joyería, mi abuelo vive por allí. Su dueño es el Sr. Andrew, es compañero de asilo de mi abuelo. Claro, el apenas y puede ir a cagar solo y sus hijos solo esperan a que muera para tirar su cadáver al mar y coger entre ellos para ver quién se queda la fortuna.

—¿Cómo funciona eso? ¿Pierde el que tenga un orgasmo primero?

Preguntó el chico negro con gafas.

Los Perros De Lincoln. (Historia Corta de TLH). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora