Primera escena: Banco.

1.1K 43 27
                                    

Era diez de Julio de mil novecientos ochenta y cinco. El reloj de todos en el pueblo marcaba las once de la mañana en Royal Woods. Hacía treinta y tres grados y la gente se moría de calor. También, entre la calle Columbus y Preston, se movía un Ford del setenta y cinco con tres hombres dentro de él.

—¿Recuerdan las viejas películas de Nick E'lodeon?

Preguntó el Señor Azul mientras se acomodaba en uno de los asientos traseros del auto. Habían pasado por él hacía unos tres minutos. Como siempre, y como ya lo tenían acostumbrado, pasaron por él a su casa. Aunque si había sido sorpresa ser de los primeros.

El Señor Azul vestía con pantalones negros, zapatos negros de salón, camisa manga larga blanca, saco negro y corbata del mismo color; igual que los otros dos enfrente de él, los Señores Blanco y Rosa. El Señor Azul tenía cabello rubio, peinado hacía atrás. Ojos rojos, que le daban un aire maligno a su mirada. Nariz redonda como su cara. Era muy delgado, casi pareciendo desnutrido.

—Yo las veía de niño, me gustaban mucho. Sobre todo esa basura de la esponja amarilla —le respondió el Señor Rosa—. ¿Cómo se llamaba?

El Señor Rosa iba en el asiento del copiloto. Su cabello era largo y de un pálido color café capuchino. Su rostro era redondo y tenían pecas. Ojos marrón bajo una banda de color azul rey con adornos triangulares rojos debajo de un cráneo amarillento de algún bobino; incluso seguían los cuernos allí.

—Rob Esponja Zapatos Triangulares —dijo el Señor Blanco—. No sé como les gustaba esa mierda, a mí siempre me parecía basura para los ojos. Es más, toda la mierda de la televisión no hace más que podrirte la mente.

El Señor banco tenía igual pecas en su alargado rostro, pero su piel era de un banco mucho más pálido que el de Azul, prácticamente brillaba con el espectro. Sus ojos eran de color verde pálido, un verde muerto. Su cabello estaba peinado hacía atrás y rapado a los lados. Cinco mechones rebeldes de cabello se movían violentamente con el viento, pues Blanco conducía con la ventanilla abierta. Dos de los mechones bajaban por su frente, atravesando una ceja cada uno. Dos más se zangoloteaban sobre el nacimiento de su cabello a la mitad de su frente y el quinto revoloteando en el borde derecho de su cabello; igual a como lo haría una envoltura de papas atada a la antena de un camión en la carretera.

—Cómo sea, leí el otro día que al tal Nick lo detuvieron por... ¿Cuál es la palabra? Es la que usan para los que cogen con niños.

—¿Pederastia? —le respondió Rosa.

—¡Eso! Supuestamente el bastardo escogía a las chicas de sus películas basándose en si le gustaban a él y no por su talento —Azul hizo unos raros movimientos de manos, característicos de él—. Una vez comenzaba el rodaje las hacía posar desnudas para un fotógrafo "maricón" —hizo comillas con sus dedos—. Una vez que tenía las fotos les decía a las perras "Dame las nalgas o esto sale en todas las revistas porno del Área Norte de América".

—Puto genio suertudo —exclamó Blanco—. ¿Saben todas las veces que me masturbé pensando en Elizabeth McCartney de adolescente mientras ese puto gordo se la cogía?

—¿Cómo se dio cuenta la policía?

Rosa le preguntó a Azul.

—Una de las chicas, creo que esa que salía en la película de los hermanos... Donde uno era un malnacido gordo mórbido y el otro era un músico prostituto. Creo que ella hacía de la hermanita menor de ellos.

—Recuerdo esa película. Blake, no ¡Jrake y Dosh!

Rosa chasqueó los dedos mientras sonreía.

Los Perros De Lincoln. (Historia Corta de TLH). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora