Tierra 3.

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Perceia estaba lo que le seguía de nerviosa.
No solo porque se estaba mudando al otro lado del país y tendría que volver a empezar en otra escuela, si no también porque se estaba alejando muchísimo del Campamento Mestizo, de su familia.
A su padrastro le había surgido una oportunidad de trabajo en Beacon Hill, California; su madre claro que había accedido y Percy haría lo que fuera por verla feliz.

Era por eso que ahora se encontraba presentándose frente a toda un aula llena de personas.

—... vengo de New York y me gusta la comida azul —dijo sin pensarlo mucho. Sonaron unas cuantas risas pero las ignoró.

El profesor (que le recordaba bastante al entrenador Hedge) le dijo que se sentara y eso hizo. Se situó detrás de un chico moreno con cabello rizado pero al pasar a su lado, su piel se erizó.

Llámalo como quieras, a Percy en general le gustaba pensar que era una especie de "sentido arácnido", su madre decía que era muy paranoica; pero cuándo habías atravesado el Tártaro, entendías que ser paranoica tal vez no era tan malo.
El punto es que Percy sintió algo al pasar a un lado de aquel chico, como si se hubiera topado con un monstruo.
Decidió no tomarle mucha importancia, tal vez de verdad estaba siendo paranoica.

La clase pasaba demasiado lento para el gusto de Percy, estaba tratando de poner en práctica los consejos que le había dado su mejor amiga, Annabeth, para hacer sus apuntes, subrayaba ideas importantes y demás.

Pero algo le estaba molestando, levantó la vista para encontrarse con que un chico la veía sobre su hombro, Percy le sonrió, el chico abrió mucho los ojos y se volteó al instante otra vez.
Frunció el ceño, por lo que ella sabía había mejorado en el sentido de espantar a las personas, su mirada no era tan agresiva si no quería.

Antes de que lo pudiera pensar más a fondo, la campana sonó dando fin a la clase.

El día pasó normal, a la hora del almuerzo no entró a la cafetería y en cambio se fue al campo de Lacrosse. Le gustaba la naturaleza por lo que no se quejaba de vivir ahí ahora, había bosques alrededor y hasta ahora nadie se había metido con ella.

La semana pasó de manera normal, se estaba adaptando como cualquier otra persona aunque aún no hablaba con nadie.


Un día, el lápiz de Stiles Stilinski había caído cerca de su banca por lo que ella se lo dió con una sonrisa amigable.
El chico únicamente soltó un chillido que sonó como un "gracias" y se dió la vuelta lo más rápido posible mientras todo su rostro se tornaba de un color rojo.
Scott McCall entonces volteó a verla y le sonrió apenado.

—No siempre es así, es solo que está enfermo —excuso el chico a su amigo.

Scott en realidad no entendía que pasaba con su mejor amigo, incluso cuando estaba detrás de Lydia por lo menos podía hablarle a la cara para intentar pedirle una cita pero desde que la chica nueva había llegado el chico se ponía nervioso únicamente por verla caminar por los pasillos.

Cuando salieron de clase, ambos chicos caminaban a lado del otro.

—¿Por qué no la invitas a comer con nosotros? —dijo entonces Stiles, sobresaltando a su amigo—. ¡Es el plan perfecto! Si hay más personas y entablamos una conversación en grupo yo podría decir algo inteligente y divertido y entonces tal vez se interese por mi y yo por fin pueda pedirle una cita.

Scott parpadeó, Stiles había hablado demasiado rápido.

—¿Por qué no la invitas tú a comer con nosotros? —preguntó Scott mientras llegaba a su casillero y lo abría.

Percy Jackson y las diferentes Tierras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora