28 de marzo de 2004. 22:32.
El desgarbado y ojeroso joven pensó 15 segundos su respuesta, algo poco habitual en él. Antes de nada, dio otro sorbo a su azúcar con un poco de café.
-...no -tras ello siguió tranquilamente removiendo los terrones, bajo la mirada de desaprobación del mayor.
-¿Aún no? ¿A qué esperas? Estás en su punto de mira, en cualquier momento puede pasar, y tienes que tomar la decisión ya.
-Watari, ya sé que voy a morir, tranquilo, me he hecho a la idea. Y sé que no me queda tiempo. Ya lo sé. Pero simplemente no puedo decidirme. ¿Tú podrías acaso?
El hombre tomó aire, intentando ser más paciente incluso de lo habitual, y contestó secamente.
-Sabes que no. Si pudiera, ya lo habría hecho por ti. Pero el potencial de esos dos chicos... No, no puedo.
-Bien, me entiendes. Ahora entiende también que los candidatos no son pocos. Hay cinco niños en el punto de mira. Piensa en la probabilidad. ¿Recuerdas a A?
Watari se alteró al escuchar la mención de aquel nombre. Era complicado notar reacciones así en una persona tan calmada, pero frunció el ceño y alzó el tono de voz.
-Por supuesto. Pero estos niños no son como A. Ellos te admiran y estarían encantados de ocupar tu puesto.
-A también lo estaba. Era su ejemplo a seguir. Un hermano mayor. Y, ¿cómo acabó la cosa? A recibió la noticia de que sería mi sucesor y se colgó en su cuarto. Así acaba todo, Watari. Hay un 40% de probabilidades de que incluso tres de esos cinco chicos se suiciden con solo saber que seguirán mis pasos.
-Pero quedarían otros dos. Y de entre los cinco sé de dos a los que tú también conoces perfectamente.
El joven asintió, mordisqueando su dedo pulgar. Conocía muy bien a aquellos cinco niños, eran como sus hermanos pequeños. Y estaban aquellos dos, quienes eran como si le hubieran partido por la mitad. Uno, el mayor, temperamental y descarado, compartía con él su gusto por los dulces, siendo capaz de comerse cuatro tabletas de chocolate en un día. El segundo, un callado y frío chiquillo de once años, dedicaba su tiempo a jugar con los más variopintos objetos, desde hacer correr coches de plástico hasta amontonar fichas y fichas de dominó. Y también sabía perfectamente que aquellos dos críos se odiaban. Sí, desde luego, si tenía que elegir de entre los cinco, escogería a uno de esos dos. El problema era a cuál.
-Roger cree que Near se lo tomaría con más calma. Su personalidad es más parecida a la tuya, ¿no crees? Pero el que de verdad tiene iniciativa es Mello, él sabe qué hacer en cualquier situación, aunque sus ideas no siempre sean acertadas. Es demasiado ambicioso, eso sí, puede que los dos se mueran de ganas, pero, desde luego, quien mejor lo expresa es él. No sabe guardar un secreto. ¿Y si le da por aparecer públicamente?
-Watari, por favor, déjame solo. Necesito pensar. Tráeme otras cuatro docenas de pasteles, por favor.
Watari obedeció, abandonando aquella habitación casi a oscuras. Para entonces, en la taza de café solamente quedaban unos cuantos granos de azúcar que recogió con su dedo y se llevó a la boca. ¿Near o Mello? ¿Por qué le costaba tanto? Era verdad que tenía una especial simpatía por esos dos, pero no prefería a ninguno. Se sentía como cuando a un niño le preguntan si prefiere a su papá o a su mamá, o al menos eso imaginaba, tampoco podía saberlo. Esa clase de pregunta no era la que se hacía a un huérfano.
Abrió por enésima vez su ordenador portátil. Se encontraba en una sala llena de aparatos de última tecnología y le rodeaban ocho monitores que mostraban los datos recogidos por la policía y la vista de cámaras alrededor de aquel edificio. Sin embargo, su portátil tenía el contenido confidencial, exclusivo para él. Y en él se encontraban fichas con todos los datos objetivos posibles de las personas que conocía.

ESTÁS LEYENDO
Línea de sucesión.
Fanfiction[OC] L, ese que da su vida por la justicia, ese que vencerá al mal, necesita asegurar su legado. Pero, ¿cómo decidirse por uno entre tantos herederos?