~ 4 ~

136 36 10
                                    

Capítulo 4.

James, James, James. Siempre James. ¿Es que acaso lo hacía aposta? No lo entendía. ¿Por qué cada vez que salía tenía que encontrarme con él? El destino lo hacía queriendo.

Cogí una gran respiración la cual expulsé por mi nariz exageradamente. Me enderecé y metí las dos manos en mis bolsillos. Empecé a caminar hacia él, y él hacía mí. Los dos mirándonos fijamente a los ojos. Estábamos a unos quince metros el uno del otro. Apenas tardamos en cruzarnos cara a cara.

—Que de tiempo, Lior—dijo sarcásticamente. Mi nombre sonaba tan jodidamente bien en su voz. Y eso me daba aún más rabia.

—Lo mismo digo, James—levanté mi barbilla y apreté mis dientes.

¿Por qué sentía la necesidad de ponerme a la defensiva con él? Ni idea, pero el caso es que casi siempre lo hacía.

Nos quedamos mirando unos minutos que se me hicieron eternos hasta que, de repente, dejó de mirarme y sacó un papelito en blanco de su bolsillo. Era raro, apenas estaba abrigado y con el frío que hacía más todavía. Solo llevaba una sudadera negra, con una camiseta de manga corta gris debajo, y unos vaqueros negros; eso era muy poco para la temperatura que hacía. Sacó un bolígrafo de su otro bolsillo, se arrodilló frente a un banco que había a nuestro lado y escribió algo que no alcancé a ver en el pequeño papel. Se levantó, con el papelito doblado en sus manos, y me lo ofreció.

—Cuando llegues a casa lo abres—me sonrió y siguió su camino—Solo cuando llegues a casa—giró medio rostro, advirtiéndome.

—¡James!—grité—Espera—lo agarré del brazo y noté sus músculos duros contra mi mano. Estaba muy fuerte.

Simplemente giró su cara hacia mí y me dio una mirada de advertencia. Suponía que se refería al papelito. Después se soltó de mi pequeño agarre y siguió adelante. Yo, por mi parte, me quedé ahí quieta, perpleja, sin saber que hacer. Estaba desconcertada. Me quedé mirando el papel doblado unos segundos. Pues, lo más lógico sería ir a casa y ver qué ponía en el papelito, ¿verdad? Bueno, como esto no es una historia cliché del bad boy y la nerd, que hacen todo lo que no deben de hacer, fui a mi casa rápidamente. Ni siquiera crucé por el paso de peatones, y mirad que era una buena chica y cumplía todas las normas.

Entré lo más rápido que pude a casa, cerrando la puerta de un portazo.

—Lior, ¿dónde vas tan alterada?—preguntó mi madre girando medio rostro hacia mí cuando pasé al salón.

—Esto... no es nada, es solo que me he acordado de una cosa importante—me encogí de hombros y le sonreí. Frunció el ceño pero lo dio por válido.

Subí corriendo la escalera al piso de arriba y, desgraciadamente, me comí el último peldaño. Caí de boca y me hice un moretón en el moflete. Me importó una verga porque lo que quería en ese momento era abrir el papelito de una vez, me tenía muy nerviosa. ¿Qué podría poner? Obviamente no podría ser una cita ni nada por el estilo ya que a James no le iban esas cosas. ¿Una quedada? Bueno, ¿por qué no? Dejé de pensar en que podría ser y lo abrí rápidamente. Antes de leer nada, me senté en la cama. Extendí el papelito ante mi y leí lo que ponía. Mi mandíbula, de no ser que está agarrada a mi cara, seguramente hubiese caído al suelo al segundo.

"Si quieres obtener alguna respuesta, ve mañana al parque donde estuviste con tus amigos a las ocho de la tarde. Allí te esperaré."

¿¡James me estaba invitando a quedar!? Aunque solo fuera para responder alguna de mis dudas, pero él fue quien me lo ofreció. Algo era algo, ¿verdad? James nunca invitaba a nadie ni a su casa ni a ningún otro sitio, así que me sentía muy afortunada, más aún siendo el único chico que me interesaba.

Mi Adictiva Tentación #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora