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Capítulo 10.

Desde aquello, no volví a escuchar nada al respecto, y James apenas me habló. Pasamos toda una semana con una rara convivencia. El Clan estaba muy atento a mis movimientos y James ya ni os cuento. Me di cuenta de que podía respirar y aunque no entendí porque, pronto lo descubriría. Quedaban una semana y tres días para averiguar las rarezas de todo el suceso, es decir, mi supuesta conversión y la distancia con el Clan. Obviamente me pareció muy raro, y más Kali. Ella y yo nos hicimos mejores amigas en ese poco tiempo, pero aún así se distanció de la misma forma que lo hizo el resto del Clan. Apenas me hablaba, se acercaba a mí lo más mínimo, y nunca venía a mi habitación, simplemente la cortesía de decir "hola" y "adiós". Decidí hacer lo mismo yo con ellos, pero no pude hacerlo por mucho tiempo. Unos extraños dolores de cabeza se apoderaban de mis sentidos, absolutamente todos. Y eso no fue todo, eso solo fue el principio, el comienzo de mi verdadera conversión. Luego de los dolores, que por cierto, pasaron a extenderse por todo mi cuerpo, vinieron unas cosas peores, mucho peores.

Antes de que esa semana y tres días pasaran, sucedieron cosas muy extrañas como, por ejemplo, esos raros dolores por todo mi cuerpo, son inexplicables. Y apartando eso, nos quedaba otra cosa: las raras luces que salían disparadas de mis manos. Sí, justo lo que habéis leído. Era como si rayos de luz salieran de la palma de mis dos manos, no a la vez, pero si de las dos. La luz era tan potente que tenía que cerrar los ojos para que dejaran de dolerme. Intentaba controlar la situación pero no servía de nada. Cuando esto pasaba, James aparecía a mi lado en menos de un segundo y, raramente, él me tranquilizaba, haciendo que los rayos de luz se fueran. Lo que más extraño me pareció, fue que en los dos últimos días esas cosas dejaron de pasar, así como así, se fueron sin más. Yo, claramente confusa, hice el intento de preguntarle a James, pero cada vez que lo hacía o se iba o simplemente yo me callada porque, si era verdad, James no estaba autorizado para contar nada, así que sería una tontería preguntar para no obtener respuesta.

Apartando ese tema, nos quedaba otro: mi sed de sangre. No sabía la causa de ello, pero desapareció. Lo que aún seguía presente era mi increíble olfato, el cual aún seguía intacto, dejándome así, seguir  oliéndola. También podía seguir detectando que sangre era pura y cual no, es decir: si era sangre de asesinos/ladrones o gente "buena". En realidad, todos mis sentidos perduraron siempre. Y aunque la oliera, ningún dolor venía a mi cuello por querer beberla. Me sorprendió que James viniese a mi habitación a hablar conmigo para decirme que tenía que comer comida de humanos. Y vaya que sí tenía que hacerlo. Me satisfacía de una manera sorprendente, era como si llevara anhelándola mil años. Nunca pensé que disfrutaría tanto un simple filete con patatas o un puchero de fideos.

Otra de las cosas que pasó en esa semana, es que no vi a mi madre. Y no porque no fuese a casa, sino porque ella no estaba allí. Pensé que al ser como yo, y más siendo Una Grande, tenía trabajo, y no un trabajo de la vida humana, no.

Ese es un breve resumen de lo que sucedió en aquellos días. Mientras estaba pensando en eso, estábamos a una sola semana del aquel suceso que todos estábamos esperando. A diferencia del Clan, yo no sabía que era lo que tenía que pasar. Solo tenía en mente las venas de oro. ¿Qué sería? ¿Era una metáfora o era literal? ¿Escuché bien? Muchas preguntas me inundaban la consciencia, pero las apartaba rápidamente porque tenía una semana más antes de eso.

Estaba en mi habitación, de pie, dando vueltas de un lado para otro, pensando en todo pero apartándolo al momento. Todo estaba siendo igual que los días anteriores hasta que James entró. No hizo falta que me diese la vuelta para saber que era él. Su sola presencia se notaba a kilómetros.

—Lior.—saludó.

—James.—bufé sarcásticamente.

No habréis pensado que no estaría cabreada, ¿verdad? Es obvio que iba a estar enfadada, poneros en mi situación: tu Clan, tu familia, se aparta y se distancia de ti, dejando de hablarte. ¿Qué pensaríais? ¿Qué haríais? Obviamente entristecer y enfadar. Estar completamente llena de furia, y derramar lágrimas de rabia, cosa que yo no podía hacer.

Mi Adictiva Tentación #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora