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Capítulo 11.

James.

Chicos, todos atentos a lo que os voy a decir. Es en serio, muy en serio.—hablé a mi Clan.

Ellos asintieron. Estábamos en círculo fuera en el bosque, en un sitio apartado de la guarida. Sentados en troncos que rodeaban a una hoguera. Tenía que explicarle a mi Clan lo que le iba a suceder a Lior, tenían que saberlo, era sumamente importante. Debíamos estar preparados, mucho.

—Bien, tenéis que estar atentos a cualquier mínimo movimiento que haga Lior. Procurar no acercaros a ella, puede que los rayos de luz que salgan de sus manos os hagan daño así que es mejor estar alejados. No habléis con ella, ni siquiera "hola".—miré a Kali, sabía que ellas tenían un vínculo especial.—Cuando sufra la conversión, como ya he dicho, rayos de luz saldrán de sus manos y no sólo de ahí, sino que pueden salir de cualquier parte de su cuerpo. Este desprenderá ondas invisibles con una carga de energía muy fuerte, más de lo que vosotros lo sois, así que no podréis acercaros a ella nada de nada. También le saldrán las venas de oro, ya sabéis sobre esto.—observé el rostro de cada miembro del Clan.—Los dolores que estos les producirá serán extremadamente lastimosos. Puede que cuando su conversión termine algunos de sus huesos queden rotos. Así que tú—señalé a Afrodita—deberás estar conmigo en todo momento para cuando esto haya pasado.—ella asintió.—¿Todos habéis entendido?

—Sí.—respondieron al unísono.

—Bien. Ahora debéis quedaros aquí. Yo iré a ver cómo está, en el instante que os llame, no tardéis en venir. Ella nos necesitará.

Los dejé allí sentados, hablando sobre el tema, para dirigirme hacia el agujero de la guarida. Una vez llegué a él, salté al vacío sin más. Comencé a caminar  por los pasadizos de tierra en dirección a la habitación de Lior y cuando quedaban unos metros para llegar a ella, me quedé atónito por unos segundos. Meneé la cabeza de un lado a otro varias veces seguidamente hasta que reaccioné.

¡Todos aquí, ya!

Les mandé el mensaje telepáticamente a mis compañeros y en segundos los tuve detrás mía.

—Ya sabéis que hacer. Nada de entrar a la habitación, a no ser que te llame.—me giré para mirar a Afrodita y ella pegó sus dos labios asintiendo.—Bien, espero que todo salga como lo planeado.

Al final la conversión se adelantó, pensé que tardaría un par de horas más pero no fue así.

Sin dejarles tiempo a responder a cualquier cosa, me adentré en su habitación. La luz que iluminaba el pasillo a esta no era nada comparado con la que ella desprendía. Todo su cuerpo era luz. Este flotaba en el aire mientras sus brazos y piernas se extendían por sí solos. Escuchaba su voz lejana gritando mi nombre. No podía ver ninguna parte de su cuerpo. Ni sus brazos, ni sus piernas, ni su cara. Nada. Todo era luz. Todo menos la zona donde se encontraba su corazón. Fruncí el ceño y observé como la mitad se tornaba negro y la otra mitad dorado.

No puede ser...

Esto es un sueño...

Esto es imposible...

Jamás a pasado...

Las leyendas sobre esto... 

Antes de poder salir de mis pensamientos, las ondas de energía empezaron a dejar su cuerpo echándome hacia atrás. Maldije para mis adentros y empecé a acercarme a ella, lentamente, pero me acercaba. Y dejé de hacerlo en cuanto una onda, la última, salió disparada de su cuerpo, haciéndolo caer al suelo. Me empujó con tanta fuerza que mi espalda chocó contra una de las paredes de la habitación. Vi como Lior caía al suelo y la luz desparecía de su cuerpo. Su ropa había desparecido de él también.

Mi Adictiva Tentación #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora