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Capítulo 8.

Me quedé perpleja analizando la conversación. ¿Las venas de oro? ¿Qué cojones era eso? ¿No se suponía que yo ya no tenía sangre? ¿Para que iba yo a necesitar venas? ¿Y de oro? Sería una metáfora, ¿no?Tenía que serlo.

Bufé en frustración y me levanté del sillón en menos tiempo del que podáis imaginar. Salí de mi habitación tan rápido que cuando estuve fuera de la guarida no me di cuenta. Era de noche y las reglas del Clan decían que teníamos prohibido salir a horas como aquella, pero precisamente no estaba de humor y mucho menos en estado para cumplir las reglas. James me dijo que me iba a dar respuestas, ¿por qué no lo hacía ya? Estaba confundida, perdida, no sabía ni quién ni qué era.

El chico ese dijo que al mes de la conversión me saldrían unas supuestas venas de oro. Tenía que averiguar que era eso para cuando llegado el momento pudiese enfrentarme a tal.

Respiré hondo y cerré los ojos con fuerza. Para mi sorpresa, cuando los abrí, un licántropo se hallaba a unos pasos de mí. No tenía la forma de lobo pero supe que era uno cuando olí su aroma. Lo ojeé de arriba a abajo. Vestía unos shorts negros y una camiseta marrón oscuro. Tenía el pelo largo recogido en una cola baja.

—¿Quién eres y ha qué has venido?—me puse en posición.

—Baja las manos. No he venido a buscar guerra.—dijo frunciendo el ceño.—Me llamo Grex, soy de la manada de Alpha, específicamente soy su mano derecha.

—¿Ha que has venido?—repetí y baje mis manos pero no desactivé mis sentidos.

—Quería hablar con James.—fue claro.

—¿Sobre qué o quién?—ladeé la cabeza y apreté mis labios.

Si venía a hablar de mí, que era La Elegida, o de mis supuestas venas de oro, lo que menos podía hacer era decírmelo.

—Eso no creo que sea de tu incumbencia.—sonrió falsamente.

—Claro que lo es.—le corté el paso cuando intentó dirigirse hacía la entrada a la guarida.

—No, no lo es.—gruñó.—Y ahora, bonita, déjame pasar.

—Uno, ni se te ocurra volver a llamarme bonita. Dos, te he dicho que me digas a qué has venido a hablar con James.—me empecé a cabrear.

Ese licántropo me cayó mal, a diferencia de Alpha. Se veía muy arrogante. Parecía creerse el rey del Olimpo y a mí esas cosas no me iban. Todos éramos iguales, tanto los vampiros como los lobos. Ni superiores ni inferiores.

—Lior.—oí esa voz detrás mía.

Me giré para ver a James con las manos en los bolsillos de sus pantalones y los labios fruncidos.

—¿Qué? ¿Pasa algo? ¿Es que aquí todo el puto mundo sabe lo que soy menos yo?—elevé mi tono de voz.—Me dijiste que me darías respuestas. ¿Dónde están?—di una vuelta completa sobre mis pies hasta volver a quedar frente a James.—¿Tú las ves? Porque la verdad, ¡yo no veo una mierda!—grité, ya harta.

—Lior, cálmate.—se acercó a mí.—Todo va a estar—

—¡Mal!—acabé por él.—James no. ¿Tú tienes idea de lo que se siente no saber que coño eres?—sonrió y agachó su cabeza.—¿Te hace gracia?—y otra vez intenté llorar pero no podía.—Vete a la mierda, James, vete a la puta mierda.

Dejé allí a James y al licántropo solos. Corrí hacia cualquier lado que estuviese lejos de la guarida. Mientas corría, dejé salir gritos de ira y dolor. Me sentía llena por dentro pero perdida. No saber que o quien era. Creo que eso es lo peor que te puede pasar.

Mi Adictiva Tentación #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora