Capítulo 1: El inicio de todo.

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Capítulo uno.

Corría, corría con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de eso, porque literalmente era así. Siendo la luna testigo de su carrera. Llovía fuerte, muy fuerte, sus pies descalzos corrían cada vez más, estaba empapada, su mojado cabello se pegaba a su frío rostro, su respiración era un asco, y a pesar de la incomodidad y el dolor de su entrepiernas no sé detenía.

Tenía que correr, correr hasta poder escapar, hasta poder liberarse completamente.

Su corto y holgado vestido se pegaba a su frágil figura, gracias a que estaba mojado. Sin previo aviso tropezó y cayó en el frío y mojado pavimento, se paró rápidamente y pudo notar que sangraba de una de sus rodillas, pero sin darle importancia siguió corriendo, solo era un golpe más que se le sumaba al resto de los golpes que le proporcionaron aquellos hombres.

Las lágrimas cesaron, ya no lloraba, no había tiempo para eso, solo quería estar a salvo cuanto antes.

La voz de su hermano mayor se repetía con fuerza en su cabeza una y otra vez.

¡Corre!, ¡Corre rápido Rin!, ¡Vete!

No sabía si a él aún continuaba con vida, no pudo ver nada más, nada más de cuando esos hombres de negro mataron a sus padres, después de eso su hermano le ordenó correr, y así lo hizo. Pero ya no podía correr más, no le quedaba oxígeno a sus pulmones, y sin saber en que momento llegó a la autopista, en medio de la calle la luz de un auto la cegó, y ya no supo más de si misma.

Cayó en una profunda oscuridad, ¿ese sería su fin? ¿Ellos lograron alcanzarla? Recordó a su familia y en cómo menos de tres horas todo eso desapareció, si existía un Dios él le debía una explicación del porqué esto le sucedía a ella. Sollozó y dejó salir su último suspiro, eso era el fin.



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Su cuerpo se sentía pesado, y completamente a dolorido, sus párpados también pesaban una tonelada, por lo que le costó trabajo abrir los ojos, pero en cuanto lo hizo enseguida los volvió a cerrar motivo de la incómoda luz blanca de aquel lugar donde se encontraba.

Dónde se encontraba... ¡¿Dónde se encontraba?!

¿Acaso realmente pereció?

Rápidamente se incorporó, haciendo que un dolor agudo azotara su cabeza, obligándola a llevar sus manos a dicho lugar y dejar escapar un bajo quejido. Dios, si realmente estaba muerta debe estar en el infierno, que dolor tan desagradable.

En eso alguien tocó su hombro derecho, alertándola completamente, y apearse de la cama de la que hasta ahora había notado que estaba, a pesar del dolor y del suero al que estaba conectada gracias a un catéter que había en su mano izquierda, logró alejarse del individuo, al que poco tiempo después pudo divisar completamente.

Era un chico de más o menos la misma edad que Rin, pero aún así bastante alto, piel clara, cabello plateado y unos hermosos ojos dorados.

¿Era él un ángel acaso?

—Tranquila.—habló aquel sujeto.

—¿Quién eres? ¿dónde estoy?

—Tranquila, no estás bien, vuelve a acostarte.

—¡¿Que quién eres?!—volvió a preguntar histérica, el miedo la recorrió acordándose de su familia.

—Mi nombre es Inuyasha, y estás en un hospital.

—Un hospital...—suspiró aún desconfiando del muchacho.

—Sí.

—¿Cómo llegué aquí? ¿Y tú por qué estas en la misma habitación que yo?

—Tranquila, fuiste atropellada, y yo estaba viendo que te recuperas.

—¿Tú me atropellaste?

—¡No!—dijo rápidamente— fue mi hermano mayor.

—¿Hermano mayor?—pensó aún más desconfiada— es un Idiota, ¿no sabe conducir?

—Tú fuiste quien se metió en el medio.

—¿Yo?..—rápidamente supo a qué se debía—Corría... Corría de ellos.

Se arrancó el catéter de su brazo soltando un doloroso quejido, asustando al joven a su lado por su acción.

—¡¿Q-qué haces?!

—Tengo que salir de aquí —se aproximó a salir, intentó caminar lo mejor que su condición física y dolor le permitía, pero aquel desconocido la sostuvo de los hombros impidiéndole avanzar.

—No puedes salir.

—¡No! ¿Qué haces? Suéltame.

Un forcejeo se armó entre ellos dos, cuando en ese momento la puerta se abrió de golpe.

—Inuyasha, ¿qué pasa?—una fuerte y varonil voz inundó toda la habitación, haciendo a los otros dos quedarse quietos.

—Sesshomaru...

—Sueltame..—susurró la chica llevando sus manos a su cabeza, un dolor punzante la hizo quejarse nuevamente, llamando la atención de los presentes.

—Recuestala—aquella voz tan varonil se volvió a escuchar, llevándola a ella a observar a tal sujeto.

Tenía el mismo inusual color de cabellos y de ojos que el chico que vió primero, eran muy parecidos, sin embargo, aquel hombre tenía las facciones más finas, un rostro sin expresión alguna, y una fría mirada; algo curioso fue que este hombre iba vestido con una bata blanca, y con un cadrnet que lo identificaba como medico.

El joven llamado Inuyasha recostó a la chica, la cual ya no forcejeaba, sino que se quejaba de un dolor de cabeza, más el dolor del catéter que se había quitado minutos atrás.

Rin empezó a sentirse mareada, su cuerpo dolía cada vez más, y cada vez escuchaba más lejos la voz de aquel que al parecer era médico llamarla mientras le revisaba los ojos con una tenue luz proveniente de una pequeña linterna, giró un poco la cabeza y miró directamente los ojos de aquel hombre, y justo ahí todo para ella se volvió negro y nuevamente perdió el conocimiento.








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¡Buenas!

Esto es algo nuevo que tenía guardado por ahí, y decidí sacarlo para ustedes. Me es complaciente el volver a esto de los fic luego de un tiempo, la universidad me consume por completo, pero trataré de no demorar mucho en las actualizaciones, por lo tanto estas no serán muy frecuentes, pero haré lo que pueda.

Por un accidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora