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Bajo el resplandor del sol filtrándose a través de las hojas del frondoso bosque, la melódica canción de una cascada acompañaba mi encuentro con él, con Jhon. Desde que éramos unos niños de siete años, mi corazón latía más rápido cada vez que lo veía. Sus ojos azules parecían espejos que reflejaban la pureza de su alma, aunque en ese momento, su brillo se desvanecía al revelar una sombra de tristeza.

-Briana, ¡ven rápido! -Gritó Jhon a lo lejos, su voz atravesando el aire con urgencia. -Necesitaba decirte que este será mi último verano en el camping. -Su tono llevaba una mezcla de resignación y anhelo.

Mis ojos castaños se bajaron ante sus palabras, abatida por la tristeza que amenazaba con embargar mi corazón.

-No quiero tener que decir adiós. -Susurré con la voz quebrada.

Jhon se aproximó a mí, su mano cálida y reconfortante acariciando mi mentón. -No te preocupes, ojitos marrones. -Sonrió, tratando de disipar las nubes grises que se habían formado en mi mirada. -Nos volveremos a encontrar, lo prometo.

Un nudo de emociones se formó en mi garganta mientras buscaba respuestas. Pero antes de que pudiera hacerlo, sus palabras me tomaron por sorpresa.

-¿Por qué estamos aquí? -Pregunté, desviando la conversación del tormentoso tema de la despedida.

-Quería hacer una promesa. -Sus ojos azules se fijaron en los míos con una determinación que me dejó sin aliento.

Mis ojos se abrieron como platos ante su revelación, sin saber qué esperar a continuación.

-Aunque tenga diecisiete años y tú quince, siempre me has gustado. -Sus palabras fluían con una sinceridad abrumadora, revelando un lado de Jhon que nunca antes había visto.

-¿Realmente me dices esto justo antes de partir? -Mis ojos se nublaron con indignación y dolor.

-No seas tonta. -Jhon sonrió, tomándome de la mano para guiarme hacia la cascada. El agua caía con una elegancia majestuosa, pero el rocío que me salpicó me dejó empapada. Si no fuera por el cálido sol que nos rodeaba, habría estado temblando.

-Este será nuestro refugio. -Jhon anunció con una sonrisa tímida. -Cuando me extrañes, ven aquí. Descubrirás tesoros de nuestro pasado. ¿Recuerdas el lazo que perdiste el día de mis trece cumpleaños? -Asentí, recordando ese día. -Fui yo quien lo tomó, junto con muchas otras cosas.

Una risa escapó de mis labios al escuchar su confesión. "Tiene un toque de cleptomanía", pensé.

Mis dedos exploraron cada rincón del espacio, encontrando un remanso de paz que parecía abrazarme.

SAGA SOMBRAS | Sombras Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora