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Ji Yong despertó duro, y su mano estaba a medio camino de su pene antes de recordar la orden de SeungHyun. Rodó sobre su estómago, enterró sus manos debajo de sus almohadas y gimió de frustración.

Dolía

Los recuerdos de la noche anterior eran imposibles de sacudir. Los labios de SeungHyun. El muslo de SeungHyun. Las caderas de SeungHyun... Ji Yong se estremeció y salió de la cama, no confiando en sí mismo quedándose allí sin tocarse. Era demasiado fácil ceder a la tentación de esa manera. Necesitaba ser bueno.

Mientras se dirigía a la ducha, se le ocurrió que SeungHyun nunca sabría si decía la verdad o no. Si quisiera ser malo y no sufrir las consecuencias, podría hacerlo. La profesión de Ji Yong exigía que mantuviera una cara seria, después de todo: había momentos en que sus pacientes le rompían el corazón o agitaban su ira, pero no podía dejar que se notara. Mentirle a SeungHyun no sería diferente a esconder lo que sentía mientras trabajaba.

Solo que Ji Yong no quería mentir.

Dejo correr el agua, pasando ocasionalmente su mano debajo del flujo para probar la temperatura. Cuando estuvo caliente, Ji Yong abrió la ducha y se colocó debajo. El agua corrió por su cuerpo, su calor empapando sus músculos y arrasando los recuerdos de la noche anterior.

La noche no había llegado tarde, Ji Yong estuvo en casa a las once, pero la intensidad de la reunión con SeungHyun lo dejó agotado, y se fue a la cama casi tan pronto como entró por la puerta. Ahora, a juzgar por la luz, tenía que ser cerca del mediodía. Era raro que él durmiera tan tarde.

― Esto es solo algo que necesitas sacar de tu sistema. ― Murmuró entre dientes. El agua bañó sobre su erección, tentando. No había sido un día completo todavía, pero Ji Yong ya estaba empezando a resbalar. Él nunca había sido tan insensato.

SeungHyun le hizo cosas que Ji Yong no podía racionalizar. No había manera de que un hombre lo hiciera sentir como lo hacía.

― No pienses en eso. ― Ji Yong murmuró. Cuanto más pensaba en SeungHyun, más difícil era no tocarse. Sus ojos oscuros y penetrantes y la confianza engreída en su sonrisa eran demasiado seductores. Y cuando pensó en la travesura en la expresión de SeungHyun, fue fácil recordar lo traviesos que habían sido, y luego... Ji Yong gimió y sacudió la cabeza. ― No lo hagas. Sólo estás haciendo esto más difícil para ti mismo.

Ji Yong se inclinó hacia delante y apoyó las manos contra los azulejos de la ducha. El frío muro contrastó con el agua caliente, y él dejó que la división lo volviera a la realidad. La noche anterior podría haber sido la cosa más caliente que había hecho en años, pero se había acabado. Ahora estaba de vuelta en su apartamento, solo, tratando de averiguar qué iba a hacer con respecto a la creciente necesidad entre sus piernas.

El timbre sonó.

Ji Yong saltó y casi se deslizó sobre la porcelana húmeda bajo sus pies. Todavía tenía que hacer espuma, así que cerró la ducha, agarró su toalla y salió. No esperaba a nadie, y nadie venía visitarlo de la nada, pero ahora que SeungHyun estaba en su vida, no había forma de saber qué podía pasar.

Si SeungHyun era lo suficientemente audaz como para enviarle paquetes en el trabajo...

Ji yong se dirigió al intercomunicador que había junto a la puerta y presionó el botón. ― ¿Hola?

― Hola. ¿Es el señor Kwon? ― Una joven preguntó alegremente.

― Sí, lo soy. ― Ji Yong respondió. Su corazón se disparó en su garganta.

― ¿A quién le estoy hablando?

― Mi nombre es Kim Ji Soo. Me enviaron aquí en nombre del Sr. Choi para entregar un paquete. ¿Puedo entrar?

『 그의 지휘 하에 』 »  OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora