Recuerdo que una vez, cuando era niño, mi abuela me contó la historia de Ícaro, aquel chico que consiguió sus alas por su padre, para que ambos pudieran escapar del infierno donde vivían, pero que desobedeció sus órdenes y voló demasiado cerca del sol, causando que sus alas se derritieran y que cayera a su perdición.
Por años pensé que Ícaro era bastante estúpido, por no haber escuchado a su padre y no usar su sentido común: el sol quema así que, aunque se vea bello, en especial durante el ocaso, puede llegar a ser muy peligroso si te acercas de más.
Aunque bueno, siempre pensé que se trataba de una historia ficticia nada más...
Qué tonto que fui.
Mi vida fue difícil desde un principio. Estuve bajo el cuidado de mi abuela en mi infancia, porque mis padres eran unos incompetentes desempleados que no hacían nada más que vivir de la pensión del gobierno, tomar como si no hubiera un mañana y discutir a cada hora del día. Todo iba bien, porque recibía el amor y cuidados necesarios en la casa de mi abuela, quien se aseguraba de que no me faltara nada, hasta que el cáncer decidió hacer de las suyas y arrebatármela sin piedad. Recuerdo que no paré de llorar durante todo el funeral.
Como si fuera una mala broma del destino, tuve que regresar con mis progenitores luego de eso. Tenía diez años, y desde entonces tuve que ser testigo de sus constantes peleas, las cuales muchas veces se volvían físicas. Yo sólo me encerraba en mi cuarto y cubría mis oídos, hundiéndome en la música, esperando a que todo eso terminara. Nunca quise involucrarme, porque sabía que iba a terminar mal si me atrevía a hacerlo. Mi abuela me había dejado un viejo reproductor de casetes y algunos de sus favoritos, así que, cada que las discusiones empezaban, tan sólo reproducía la música y me desconectaba del mundo.
Un día, mientras caminaba de vuelta a casa desde la escuela, me di cuenta de que había una biblioteca pública y allí pude encontrar un nuevo mundo en el cual sumergirme, esas historias ficticias pero fascinantes: hadas que salvaban al mundo, chicos con poderes extraordinarios que luchaban contra el mal, valientes caballeros que se enfrentaban a dragones enormes. La bibliotecaria que trabajaba allí me tomó mucho cariño, así como yo a ella, y siempre me ayudaba a encontrar nuevos libros. Así, cuando tuve la edad suficiente, me ofreció un puesto de trabajo allí. Acepté sin dudarlo porque quería ahorrar lo más posible para por fin poder huir de casa, ya que las cosas estaban empeorando. Las cicatrices en mi brazo causadas por una botella de vidrio eran muestra de eso.
Allí fue donde lo conocí.
Un hermoso chico de cabellos dorados, dulce sonrisa, mirada de fuego. Era como si hubiera visto a un ángel mismo. Kim Jungwoo, así se llamaba.
En cuanto comencé a hablar y saber más de él, me di cuenta de que su entorno era distinto al mío. Trabajaba por su cuenta y hacía años que vivía solo; nunca me dijo qué tipo de labor desempeñaba, aunque años después me di cuenta de qué era lo que hacía exactamente. Era muy extrovertido, buscaba divertirse y quería vivir la vida al máximo. Su mundo se movía muy rápido, quizás demasiado, pero eso no me impidió que lo acompañara y me sumiera en su estilo de vida.
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Sonnensystem ᵈᵒʷᵒᵒ
Fanfictionsᴏɴɴᴇɴsʏsᴛᴇᴍ « Dos amantes materializan sus sentimientos a través de cuerpos celestes que vagan por el universo. » (💫 ) nct | dowoo: doyoung x jungwoo (💫 ) homosexual (💫 ) diez one shots (💫 ) temática de universo-astrología ©EndlessDowoo