06: Júpiter

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El sistema solar nació con el estallido de múltiples gases que reaccionaron al chocar a velocidad inimaginable. 

Aunque, gracias a rotaciones continuas, junto con la distancia del Sol y su entorno, se dio como resultado el quinto planeta, un ente distinto a otros cuerpos celestes. Algo en su núcleo difería con los demás: no el hecho de estar formado de hielo y rocas, rodeado de una gruesa capa de hidrógeno metálico, si no que la especie de energía que irradiaba, algo muy cercano a la magia.

Júpiter se comunicaba a través de su atmósfera, la transformó de diferentes maneras, apegada a los sentimientos que trataba de expresar: al principio en sus cielos reinaba el suave y tenue oxígeno, luego se le añadieron elementos más pesados y volátiles, opacando el aire y generando nubes espesas y, en conclusión, se mantuvo de helio e hidrógeno; así se traducía la gran soledad del planeta.

Júpiter se sentía solo y sufría.

Harto de mantenerse desolado, utilizó toda su vitalidad y energía para materializarse en la superficie, optando por una consistencia sin igual, preparado para cuando algún visitante llegara para hacerle compañía; sería capaz de moldearse cual imagen y semejanza de quien fuera que tocara sus tierras. Su fe de que alguien llegara a visitarlo era tan grande como el Sol, no por nada es el planeta de mayor tamaño en el sistema solar.

Su emoción inicial fue enorme, echaba chispas eléctricas y se bañaba en los océanos de hidrógeno líquido, pero los años luz pasaban velozmente y nadie jamás se dignó a ni siquiera sobrevolar los entornos. Esta mezcla gaseosa —cuerpo de Júpiter—, perdía fuerzas conforme avanzaba el tiempo y su energía se agotaba al compás de los siglos que iban concluyendo, al igual que sus esperanzas.

Tras ilusionarse por ver algunos meteoros y basura espacial, saliendo siempre decepcionado, se fue rindiendo. Tan solo quería alguien que lo acompañara, aunque sea un poco.


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De pronto sus capas se sacudieron por una rara intrusión, un artefacto que no podía ser identificado por el planeta se posó en sus tierras. El cuerpo invisible se aventuró para descubrir de qué se trataba: por más incierto que fuera, su emoción evidente se reflejaba por los colores brillantes que lucía. 

Sonnensystem ᵈᵒʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora