Capítulo 6

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Después de la conversación con Ana, Nazareth fue a buscar a Cecilio, pero el se encontraba distraído mirando el cielo, no quiso fastidiarlo. Limpio los platos y se fue a bañar antes de acostarse. Mientras se dirigió al cuarto analizó sobre  Cecilio y su hermana...¿Porque mi hermana lo llama a èl y no a mi?, si ellos nunca se cayeron bien. Seguramente querían arreglar sus situación para que todos convivamos en familia como debe de ser.

Cuando salió de la ducha pensó en ponerse un babydool de color rojo que había usado la noche de su boda. Y se quedo ahi guardado porque no volvió a ponérselo.

Busco y rebusco y por fin encontró la prenda, miro la hora para ver si era adecuado ponersela o no, eran las 10 de las noches.

Se acicalo y cuando estuvo lista salio a busca a Cecilio, aun seguia mirando al cielo, pero esta vez las estrellas con la mirada distante y ausente.

Se acerco a èl y rodeo sus brazos por su cintura.

—No deberías salir afuera con tan poca ropa, los vecinos pueden mirarte y entonces yo  me molestaria y habría un accidente aquí

Ella sonrió

—¿Que celoso eres?

Nazareth se puso a su lado

—No exageres, es muy tarde y todo el mundo esta adentro de su casa

—Estas hermosa, Te pusistes la lencería de nuestra noche de bodas

—Gracias por notarlo. Te amo tanto. ¿Cuando fue la ultima vez que me hiciste el amor?

Èl la beso en el cuello mientras suspiro 

—Una eternidad —y dijo:

—Entonces qué estamos esperando

Cecilio bajo las manos por sus brazos, suave y delicadamente. Nazareth gimió suavemente mientras tocaba su cabello

—Cecilio vamos al sofá, al piso a la cama, donde tu quieras

Cecilio se mordió los labios, mientras el contacto con su esposa lo exito mas allá del universo èl gimio y la abrazo con fuerza ya no podia aguantarlo mas, ella lo deseaba con la misma intensidad que èl.

La besó ferozmente y apasionadamente, la llevo a la cama, la miro de arriba a bajo, para contemplar su cuerpo, luego le quitó toda la ropa.

Nazareth lo ayudó a desabrocharse el pantalón y a quitarse la camisa sin dejar de besarlo,èl me miro y suspiraba mientras besaba mi cuello, bajó por mis senos y llego al lado más frágil de mi zona, su lengua húmeda y mojada la sentía dentro de mí, una sensación inexplicable se tornaba dentro de mi sexo, mi corazon palpitaba a mil.

—Me encanta

—Si lo se, mami

Cecilio se quitó las zapatillas y la tumbó en la cama, luego la beso en el abdomen, entonces le separó las piernas con su rodilla y la penetro una y otra vez sin decirle absolutamente nada, dejándola desarmada y con ganas de más.

Estar a su lado y que me tomara como león salvaje me hizo sentir la mujer mas dichosa y lo que menos me preocupaba era mis kilos de más, me sentí por primera vez tan segura de mi figura que deje que hiciera con mi cuerpo lo que le diera la gana.

Ella sonrió mientras decía con voz seductora

—Sigue y no lo saques

La situación se puso aun mas caliente el aroma de su piel sus palabras hacían que la fricción de sus cuerpos se calentara màs, peor que un volcan en erupcion

Miro a Cecilio y estaba empapado de sudor

—Para, para, no sigas

—¿Por qué? ¿Que paso?

—Ponte el preservativo, que no quiero quedar embarazada

—Pero antes hazme sexo oral

Sus deseos fueron órdenes ella abrió su boca y chupo el enorme miembro, acababa de empezar cuando noto la tensión del rostro de Cecilio y cuando ya había saciado el deseo de èl paro, para dejarse penetrar nuevamente

Cecilio no aguanto y se puso el condon lo mas rapido del mundo, mientras ella se revolcaba en la cama por las ganas de tenerlo dentro de su interior saciando su lujuria.

Le separó las piernas para que la volviera a penetrar, pero esta vez más fuerte... cuando llego al orgasmo, murmuró su nombre, la satisfacción de sus cuerpos es inevitable.

No podía negar que la experiencia fue más que placentera, Estaba más enamorado que nunca, sin embargo las ganas de tener dinero para sacarla de esta porqueria volvían a invadir su mente, Esa mujer lo amaba, hacía lo que fuera por él, y Cecilio no podía permitir más pobrezas en su mente y corazón.

Al estar con ella, me di cuenta que lo es todo para mi, sus sentimientos, su cuerpo, todo lo de ella me parecía perfecta,  se merecía lo mejor de este mundo, tenía que darle una vida linda y de lujos. Ya no sabia que hacer ni con Nazareth ni con mi propia vida.

Cecilio Rodriguez tenía su cabeza vuelta etcétera

Fue a la sala y tomó el teléfono para hacer una llamada

—Hola, Laila. Soy Cecilio

—¿Ceci? Y  ese milagro que te acordastes de mi. ¿Que paso estabas enfermo? ¿Tenías mucho trabajo?

—Algo así

Ella mostró comprensión absoluta

—Si quieres te espero con unas galletitas de pizza y una gaseosa y después podemos inventar algo en la cama

—Mira, Laila... no quisiera decirte esto por teléfono, pero no tengo más opción

—No entiendo, explicate por favor

—Siempre supistes que yo estaba casado ¿verdad?

—Correcto. Pero también me dijistes que las cosas no marchaban bien, por eso hubo un acercamiento entre nosotros.

—Bueno si... y cometí un grave error, la verdad es complicado

—Arreglastes las cosas con ella

—Yo no debí de darte entrada, lo que pasa es que....

Laila lo interrumpió

—Y yo, y nosotros, recuerda que perdi un hijo por tu culpa

—Lo siento

— Quiero que sepas que las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti. Y espero que esto sea pasajero, por que tu y yo tenemos que arreglar muchas cosas, no me parece justo que después de usarse quieras deshacerte de mi.

—Lo que paso, fue el pasado, entiende que lo nuestro jamás podrá ser, lamento mucho que perdieras al niño pero yo no puedo hacer nada, solo te pido que te alejes de mi y mi familia. Gracias por todo

Cecilio sabia que habia hecho lo correcto, pero a la misma vez sentía repulsión por inmiscuirse con otra mujer

Nazareth no se merecía una infidelidad y Laila merecía un hombre que le dedicara todo su amor. Entró a la casa y pensó en Laila, siempre fue respetuosa y amable una gran mujer con curvas inimaginables, sin embargo su esbelta figura no se comprobaba con las de Nazareth, esa gordita que lo volvía loco.

Dos veces tuve relaciones sexuales con ella, y me sentía una porqueria de hombre, en ese momento entendí el porque rechazaba a Nazareth tantas veces, y no es mas que el sentimiento de culpa.

Me había vuelto a encaprichar con mi esposa. Al acostarme con Nazareth volví a vivir, ese fuego se volvió a prender, la majestuosidad de sus caricias me volvieron  a sentir hombre y no estaba dispuesto a perderla, por ninguna mujer, por ningún robo, ni por ninguna mala decisión.

Cecilio recordó que en la tarde se marcharía al cine, y de seguro terminarían en la cama para hacerle el amor pero esta vez intensamente

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