Roses (I)

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La mirada de él se posaba en la carretera, el caso los había hecho ir lejos de él cómodo Londres, y los había llevado hasta el norte de Inglaterra. Después de dos años casados, no les asustaba ir juntos a ningún lugar.

Los ojos verdes de ella se fijaron en su esposo que mantenía su mirada fija al frente, sonrió levemente mientras admiraba su perfil, a pesar del tiempo ella sentía que con cada día que pasaba se enamorada más de él. Una sonrisa fugaz paso por el rostro del azabache.

-¿Qué tengo? - Ella negó con una sonrisa.

-Nada - Ella miró hacia el gente - Sólo te observó - Acomodó su cabello lacio detrás de las orejas.

-Eso me asusta - Ella suspiró - en buena forma.

-Te amo  - Él  despegó fugazmente sus ojos del camino para mirarla.

-Yo más - Respondió - He pensado que al llegar podríamos dormir un rato, antes de revisar el caso - La lluvia comenzó a caer obligandolos a cerrar las ventanas y activar los cricos - Creo que igual no podremos hacer mucho con está tormenta.

-Ahora, al llegar deberíamos llamarle a John, él siempre se preocupa en estos viajes largos.

- No lo dudo, Rosie también  - La esposa del consultor se abrazó a ella misma.
-Ten cuidado, recuerda que hay otro carril al lado de nosotros - El rizado asintió.

-Si llueve más fuerte me voy a detener - Cecyl asintió.

El camino comenzó a hacerse más difícil de ver, poco a poco la lluvia aumento su intensidad haciendo imposible poder ver. Sherlock decidió parquearse lo más alejado del medio de la call, Cecil tenía el rostro preocupado, casi nunca le gustaba estar fuera de casa con las tormentas tan fuertes, vio como su esposo encendía las luces del auto para que pudieran verlo, Aunque ella lo miraba imposible.

-Dudo mucho que con esta tormenta alguien vea esas luces - Él suspiró - lo siento, estoy muy nerviosa.

- Lo sé, pero dejándote llevar por tu miedo no resolvemos nada - Sherlock la observó  - Mejor bésame - Ella sonrió y se acercó a su rostro para comenzar a besarla lenta y tiernamente

-Me encanta besarte - Dijo al comenzar a besar el cuello del azabache - Todo tú es un manjar.

- Sherlock hizo hacia atrás el asiento - Y a mi tocarte completa - Las manos del azabache recibieron a su esposa que se sentaba en sus piernas - Eres mi musa.

Un estruendo los detuvo, ambos se quedaron estáticos, sin dejarlos continuar.

DE repente un impacto, los hizo comenzar a rodar junto al auto, ninguno de los dos pudo hacer nada, Sherlock en medio de los gir dejó de ver con claridad.

Desde fuera, las cosas se miraban distintas, mientras ellos habían comenzado a besarte un tráiler sin poder ver bien en la lluvia había derramado en la carretera, dándos vuelta y arrastrando el auto de los dos amantes. Un cuerpo salió disparado del auto, cayendo en medio de la carretera, a metros de donde el auto y el camión dejaban de moverse.

Sherlock sentía entumido su cuerpo, casi no podía moverse, necesitaba que alguien lo ayudará, ahí lo noto, Cecyl no estaba, su Cecyl no se encontraba dentro de los restos del auto, miraba sangre, era suya estaba seguro de ello.

-Ayuda - Susurró sintiendo como si lo gritaba - Ayuda...

221 Sherlockian'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora