1. El tritón.

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Después de una larga discusión con Nerea, en la cual me dejó claro lo irresponsable que fuí. Llegamos al acuerdo de que yo no volvería a la superficie y luego de eso llegó Nereida, la hermana gemela de Nerea.

—¡Merlia! Tu madre me envió a buscarte, lucía preocupada.—Habló apresurada e inquieta.

Quedé helada pensando en la posibilidad de que se haya enterado de mis viajes clandestinos y guarde silencio.

»y la próxima vez me llamas para poder formar parte de los simulacros.—siguió Nereida ahora con leve reproche.

—Yo también existo hermana ¿Sabes?.—cuestionó Nerea ofendida.

—Si lo se, tenemos el mismo rostro.—Contesto Nereida con una sonrisa de burla.

—Ya basta.—Dije antes de que empezaran con sus usuales peleas.—¿Para qué me necesita mi madre Nereida?.—Pregunté con la voz cargada de tensión.

—No tengo ni la menor idea, pero se veía preocupada.—Contestó honesta.

Hice una mueca casi invisible y Nerea me dio una mirada de reojo captando el hilo de mis pensamientos.

—En serio detesto que hagan eso en mi presencia.—Nos dijo Nereida.

—¿Qué cosa?.—Cuestioné con Nerea al unisono.

—Esas miradas que siempre se dan, como si ocultaran algo.—Hablo frustrada.

—No lo hacemos.—Contesté defendiendonos.

—Sí lo hacen, es muy estresante.—Comentó rodando los ojos.

—¿y cual es el problema?.—Intervino esta vez Nerea con molestia.

No escuché la respuesta de Nereida, puesto que decidí dejarlas a ellas solas en la pelea que seguramente duraría un largo rato, así que fui en busca de mi madre para poder saber la razón de su llamado e internamente rogué a Poseidon que no fuera lo que tenía en mente desde hace rato.

Nadé cruzando el pueblo en dirección al castillo, saludando a los que veía en el camino y cuando llegué a mi destino los guardias que se encontraban en la entrada me hicieron una reverencia y me vieron fijamente esperando instrucciones.

Esto es muy incomodo.

—¿Pueden decirme donde se encuentra mi madre?.—Les pregunté amablemente.

—Claro princesa, se encuentra en la sala del trono junto al rey.—Me respondió uno de ellos.

Les di las gracias y procedí a ir velozmente hacia la sala del trono, una vez en dicho lugar vi a mi padre hablando con mi madre que se veia nerviosa y preocupada.

Cuando ella notó mi presencia nadó rápidamente hacia donde me encontraba para luego abrazarme con fuerza.

—¿Qué sucedió? Te vez preocupada.—Le pregunté confusa.

—Un tritón ha desaparecido.—Dijo con tristeza.

Mi expresión pasó de la confución al horror e imediatamente y por instinto le pregunté de quién se trataba, debía asegurarme de que no fuera uno de mis amigos por más egoísta que suene.

—Su nombre es Troy, es el hermano mayor de la pequeña Kira.—Me respondió mi padre llegando junto a nosotras y dándome un afectuoso beso en la frente.

Pensé en lo mal que se sentiría la pequeña criatura al llegar a su hogar, para esperar inocentemente la llegada de su hermano y afrontar que lo más probable es que el no podrá llegar o como tratará con la terrible noticia sus parientes.

—¿Ya le dijeron a su familia?.—Les pregunté.

—No, te estaba buscando para eso.— Me respondió Brizo, mi madre la reina.

—¿estabas llamandome por eso?.—Pregunte con alivio.

Gracias Poseidón.

—¿te parece poco?.—Me preguntó a mi con sorpresa y con el ceño fruncido.

—Olvidalo.—Dije inocentemente.

—En fin, es nuestro deber como familia real darle la noticia a su familia.—Intervino mi padre el Rey Azariel.

—Lamento llegar tarde, estaba junto a Nerea en las afueras del reino practicando con los menores en caso de tiburones.—Comenté con culpabilidad.

—¿Y en el caso de humanos?.— Preguntó extrañado mi padre.

—Querido, sabemos que estamos demasiado profundo como para que los humanos lleguen hasta acá.—Intervino mi madre con un poco de burla en su voz.

—Eso no lo discutiré, pero debemos estar alertas y preparados para todo.—Habló seriamente.

—Bueno, vamos a notificar a la familia ¿O no?.—les dije rompiendo el silencio que se había formado entre los tres.

Me sonrieron con diversión, a pesar que no era momento para bromas. Procedimos a tomar camino hacia la residencia de la familia de Kira y al llegar a su hogar nos encontramos con la madre de Kira jugando con esta y riendo a carcajadas.

Esa felicidad desapareserá en cuanto les demos la horrible noticia, me sentí muy culpable de acabar con ese momento.

Mi padre nos adelantó a mi madre y a mí, en cuanto la señora nos vio tomó a Kira de la mano y nos esperó en la entrada de su hogar.

—Sus majestades.—inclinó la cabeza una vez nos tuvo enfrente.

—Debemos hablar con usted.—Mi padre tomó la palabra.

—¿pasó algo grave?.—Dijo con preocupación y pánico en su voz.

Ella sabía que su hijo trabajaba como guardia real y todos sabían que estos pasan por muchos peligros y riesgos con tal de cumplir su labor, ellos se encargan de patrullar alrededor del reino, anunciando posibles ataques de tiburones, sirenas rebeldes o en el peor de los casos, un humano explorando con una de sus maquinas, aunque esto es muy poco probable como ya se ha dejado claro.

—Creo que deberíamos entrar, Carmín.—Comentó mi madre.

La señora Carmín nos guió a su vivienda y una vez dentro nos señaló donde sentarnos, todo esto todavía con Kira aferrada a su mano.

—Creo que también deberías sentarte, Carmín.—Mi padre le dijo.

—Por supuesto, pero no me han dicho si algo le paso a mi hijo, majestades.—Habló con respeto y ansiedad.

—Bueno Carmín, debes tomar esto con calma—Expresó mi madre con compasion.—, tu hijo fué reportado como desaparecido.

—Esto no puede ser...—La señora Carmín expresó con lagrimas en los ojos.

—Ya inició la búsqueda, creemos que una corriente de resaca lo arrastró.—Comentó mi padre en un intento de calmar a la sirena afligida.

—¿Y si fue algo peor? Como un humano.—Habló con horror.

Y la pregunta que más persistía en mi mente era ¿por qué se menciona tanto a esa raza ahora?

SirenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora