Teru:
Cuando decidí lo que quería estudiar, mi padre fue el primero en oponerse, dijo que no llegaría lejos por este corazón de pollo que tengo. Entiendo que muchos de los abogados más prestigiosos están en la cima porque debajo de sus intachables atuendos cargan con parte de la sangre de los criminales que han defendido; entre más culpable sea el sujeto que defiendes, más fama y mejor paga. Yo aspiro a algo diferente, mi motivación es que la justicia sea igual para todos y no solo para unos pocos. Prefiero dar mis servicios al hombre que por hambre robó una gallina y lleva dos años en la cárcel y no al tipo que sale en la tele, rodeado de cámaras y guardaespaldas, hablando de inocencia y usando el nombre de Dios en vano cuando se encuentra bajo sospecha de enriquecimiento ilícito; sé que ambos son crímenes penados por la ley, pero no es justo que uno de ellos sea condenado de inmediato mientras que el otro disfruta de asilo político en una mansión en Europa. Sin embargo debo reconocer que en algo tenía razón mi padre, y es que en efecto tengo corazón de pollo.
Ha pasado más de una semana que visité aquel café con mis compañeros, cuyos nombres aún sigo olvidando, y desde el segundo día no puedo más con la culpa. Soy un hombre tranquilo, demasiado pacífico, de hecho mi padre siempre me decía que agacho mucho la cabeza cuando debería mostrar más coraje, el estricto de mi padre tenía razón en muchas cosas al fin y al cabo. Entonces no sé porqué reaccioné así cuando fue solo un accidente; he llegado a la conclusión de que de no haber sido llevado en contra de mi voluntad, o al menos de habérmelo pasado un poco mejor, mi reacción seguro hubiese sido diferente, aunque tampoco es justificación, claramente.
Si mi padre estuviera vivo y supiera dónde estoy, seguramente le estaría diciendo a mi madre que todo es culpa de ella por haberme consentido tanto, esa parecía ser la respuesta que él tenía para muchas cosas, aunque a diez años de su muerte extraño esa habilidad suya de quejarse hasta por el aire que respiraba.
Estoy seguro que ese chico ya ni siquiera piensa en el incidente, probablemente esa noche se fue a dormir y al día siguiente siguió con su vida. En cambio yo me torturé lo suficiente hasta que decidí buscar una manera de enmendar mi error. Sin embargo no podía solo regresar al café y disculparme, no con las manos vacías, al menos eso no es lo que mi madre me enseñó. El problema es que no es fácil comprarle algo a alguien que no conoces. La mejor idea que tuve, y por la cual me sentí un imbécil después, fue comprarle un libro porque yo amo leer y creo que todos deberían hacerlo, pero creo que eso sería igual o peor que haberle dicho a un ciego que mire por dónde camina.
Aunque...
Sé que otra persona lo hubiese olvidado de inmediato, pero yo tiendo a intensificar lo que siento, y era hacer algo o ser consumido por mis propios pensamientos. Cuando llegó el tercer día y yo me estaba ahogando en un vaso de agua llamado culpa y sin ninguna idea que superara la del día anterior, me decidí por mi mejor opción: un libro. Encargué El principito en la librería que usualmente visito, sabiendo que me costaría diez o quince dólares más caro que su precio original por estar escrito en braille. En un principio pensé en comprar un libro de thriller psicológico o misterio, más de mi estilo, pero me decidí por El principito porque no tengo idea de qué tipo de literatura le gusta a la juventud de hoy; no creo que ese muchacho sea mucho menor pero yo tengo alma de viejo y preferí apostar a lo seguro, al fin y al cabo es un buen libro, es conocido por todos, te lo dejan de tarea hasta en la escuela, aunque también una buena opción hubiese sido buscar una manera de lidiar con mis emociones como dice mi psicólogo en lugar de hacer un gasto significativo por alguien cuyo nombre no conozco. Pero ahora ya estoy aquí, esperando a que la encargada vuelva con mi paquete debidamente envuelto mientras ya tengo mi tarjeta lista en mano, la de crédito porque aún falta una semana para que paguen.
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The colors of the soul.
Fanfiction«Teru Mikami está sumergido en una vida gris, monótona y rutinaria, la cual increíblemente disfruta, hasta que alguien le enseña que los colores de ésta son diferentes si la miras con el alma» MikamixLight Esta historia nació de largas pláticas con...