Los personajes no son de mi autoría, simplemente los tomé prestados para esta historia.
A esa hora en la mañana los árboles brillaban gracias a las pequeñas gotas que había dejado la lluvia de la noche anterior. El aire húmedo de aquella montaña lo invitaba a sentarse y dibujar el lago que estaba dando todo su esplendor acompañado del Sol.
Inojin que había escapado de su casa esa mañana se encontraba sentado en la orilla disfrutando de la vista. Cerrando los ojos bucaba escuchar los silbidos de los pájaros que cantaban con alegria. Sabía bien que tendría problemas con su madre de nuevo, pero salir a ese lugar valía la pena.
Sacó un cuaderno de dibujo y un lápiz, con lentos movimientos comenzó a dibujar tal paisaje tratando de poner todo el esmero posible. Unos minutos después sacó unos cuantos colores, pero cuando miró el cuadro supo que no lo necesitaba, por lo menos no hoy. Era anticuado, si, pero había algo que lo detenía para no colorearlo, no sabía como explicarlo, tal vez era lo tranquilo que se veía.
Estaba tan absorto en sus pensamientos cuando alguien pasó corriendo detrás suyo, volteó de manera casi automática, sorprendido al ver quien era, un impulso hizo que se levantara y dejara todo atrás. Podía escuchar como aquella pequeña corría sollozando, tuvo que subir la velocidad para alcanzarla, pero cuando estaba cerca la perdió de vista. Escuchó unos sollozos muy infantiles y buscando en los arbustos pudo verla abrazando sus rodillas y con la cabeza abajo.
—Me pareció escuchar a alguien llorar— le dijo sentándose al lado de ella sin hacer mucho ruido.
—¿Inojin? — levantó la cara con lágrimas en los ojos, este le dedicó una sonrisa dulce.
Inojin la miró con ternura al ver su cara húmeda y sus mejillas rojas. Himawari sin pensar se abalanzó sobre él y lo abrazó, el rubio suspiró y la envolvió en sus brazos de manera consoladora.
Ella comenzó a llorar más fuerte, finalmente pasaron los minutos hasta que los llantos comenzaron a quedar en silencio. La pequeña se separó de él y comenzó a limpiarse la cara con sus mangas.
—Lo siento, acabo de ensuciarte— murmuraba muy apenada viendo la ropa del rubio.
—Es lo de menos, ¿quieres hablar? — preguntó sacando un pañuelo de su bolsa que después se lo acercó y ella lo tomó limpiando su nariz.
Lo miró dudosa preguntándose si sería una buena idea contarle lo que había ocurrido, pero decidió hacerlo, por alguna razón él le daba confianza.
—Mi hermano— comenzó a explicar—, él siempre jugaba conmigo, pero ahora sólo pasa el tiempo con ese tonto video juego y yo...lo tomé para ver que tenía de divertido, por accidente lo tiré y se rompió...y Boruto...
—Se enojó ¿verdad?— la pequeña sólo asintió triste bajando la cabeza. Inojin acarició con suavidad su cabeza y suspiró un poco irritado al escuchar la historia— ¿Cómo reaccionó?
—Comenzó a gritarme que eso era muy importante y me dijo que no debía de tomar sus cosas, mamá se interpuso tratando que calmar las cosas, pero él solo se metió a su cuarto molesto, y yo escapé.
Inojin se puso serio, un sentimiento de molestia nació al escuchar como su amigo había tratado a su hermana, pero también tomaba en cuenta que ese estúpido juego era importante para sus compañeros y se incluía en aquella lista; ahora al mirar a Himawari se sintió un poco culpable.