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—No señor, ya le dije que no podemos cambiar su número telefónico debido a nuestras nuevas políticas de seguridad

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—No señor, ya le dije que no podemos cambiar su número telefónico debido a nuestras nuevas políticas de seguridad.

—No no no, mire mire —Hitoshi rió para literalmente no ponerse a llorar de rodillas.—,usted no comprende, vea le explico de nuevo, lo que pasa es que...

—Seguridad. —Ordenó la oficinista con la misma voz de Rose de Monsters INC, esa, la de «¿Ya hiciste tu papeleo?»

El de cabellos índigo suspiró afueras del edificio de la telefonía. Bastó pestañear unas cuantas veces para que la vida se riera aún más fuerte de él y empezará a llover. No traía ni un cinco para el taxi, ni paraguas.

Tenía, pero, se lo había prestado a Midoriya hace tiempo como excusa de una escena romántica con quien sabe quien. Ese chico tenía pecas tanto como pretendientes, pero solo quería a una persona que no le daba ni la hora. ¡Ay de él!

¡Bueno! ¡Que la cuestión es que el pobre Shinsou no consiguió cambiar su número! Toda la semana había ido a preguntar, pero siempre le respondían que debido a sus nuevas políticas de seguridad contra robos no lo harían. A menos, de que se presentará una orden judicial por acoso u x, y situación. Lástima que a él no le llovieran admiradores como a Midoriya.

Trató de cambiarse de telefonía, pero para eso debía pagar y no tenía ni para el taxi. Todo su dinero estaba destinado a pagar algo incluso antes de obtenerlo.

Lo había intentado TODO, pero siempre venía un no debido a que se sentía como una patada en donde más dolía.

Demonios.

Hace una semana que Shinso se convencía diciendo que haría cualquier cosa para conseguir su tranquilidad eterna. Ahora, pensaba que solo se podía alcanzar yendo al cielo.

Objetivo ciertamente imposible para él, una vez le majó la patita a la tierna pelusita que tenía como perrito Monoma. Eso era imperdonable, tanto, que Monoma no le volvió a dirigir la palabra en su vida.

Se le habían acabado las ideas para solucionar su falta de paz. Así que, decidió ir en busca de más mentes ingeniosas.

 Así que, decidió ir en busca de más mentes ingeniosas

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—¿Simplemente, apagas el teléfono? —Sugirió Tokoyami.

¿Y qué? Tendría que tener el teléfono apagado todo el día. Necesitaba pensantes que notaran eficacia.

—¡Por qué mierda simplemente no te mueres drogadicto! —Bakugo le reclamó.

Eficacia: 100, pero, él estaría muerto...

—¡Cálmate bro! Shinso, ¿por qué no te haces pasar por un espíritu maligno para ahuyentar a las señoras que te llaman? ¡Así harán un chisme sobre el número y serás una leyenda urbana! —Terminó Kirishima con una sonrisa levantando un pulgar.

El conflicto de la solución del pelirrojo era que, ahora no recibiría llamadas de viejas, sino, de niños.

—...

—...

—...

—Monoma...

—...

—¡No espera, no lo digas!

—¡AGRESOR DE PERRITOS, COMO TE ATREVES! —Y salió llorando. Con una sonrisa en sus adentros, claramente eso mancharía la reputación de la clase A.

Hitoshi se hizo la nota mental de no utilizar a Neito como consejero si no quería terminar en la lista de PETA.

—Silencio. —Propusó Todoroki.

—Lo que quiere decir Shochan, digo, Todoroki–kun, es que pongas tu celular en modo No Molestar.

Funcionaría en cierta parte, sin embargo, tendría que rechazar las llamadas aunque estas no sonarán.

—¡Deberías utilizar la contestadora! —Exclamó Iida.

—Contrata un hacker para que te bloquee las llamadas. —Mencionó con un dedo en su semblante Tsuyu.

—Busca en WikiHow, siempre hay una solución ahí. —Guiñó un ojo Mina, después Sero y Kirishima la apoyaron.

—Podrías desviar la llamada. —Sugirió cortés Yaoyorozu.

Se tiró a su cama al borde de la angustia. Se esforzó mucho para socializar y contarles su mayor preocupación a sus compañeros de salón, todos les dieron una idea, que siempre tenía un defecto que le cambiaba todo.

En su mayoría eran muy estúpidas, tales como las del grupo de Kirishima. Algunas congruentes, pero que impedían total contacto con el mundo digital. Otras, con sentido pero...torpes, siendo ejemplo todo el conjunto de Midoriya, Todoroki, Ochako y Iida.

El último grupo era lo más cercano a amigos que tenía. Hacían todo el tipo de cosas que gente de su edad hacía en la miseria de tiempo libre que tenían. Porque, por razones obvias, un universitario apenas si tenía chance para ser humano.

Hitoshi siempre salía con ellos a lo que Ochako le gustaba llamar, a rumbearrrrsh. Después de las pruebas semestrales salían el viernes en la noche a un karoke, a ver series en casa de Tenya, que siempre terminaba con el pecoso llorando por desamor.

Al de ojos morados no le parecía molesto nada de esto, lo disfrutaba, incluso se ponía a cantar con Izuku unas buenas piezas mientras este se limpiaba los mocos después de su derrumbe emocional.

Tan solo, no se había dado la libertad de llamarlos amigos y abrirse ante ellos. No sentía que era el momento para confesarles todo lo que Shinsou Hitoshi envolvía con tanto dolor.

Lo dejaré así, ya veremos como se soluciona. Suspiró Hitoshi después de cortar la llamada. Se dejó caer a los brazos de Morfeo, dirigiéndose de manera indirecta a un ende espiritual que  dejaría todo en sus sagradas manos.

Ya veremos que locuras le tendría preparado a ese ser que le rezó. Muy posiblemente, el reverendo Satanás.

 Muy posiblemente, el reverendo Satanás

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Número Equivocado [ShinKami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora