Llegado el segundo día de estudios, acepto ir a mi casa, eso fue genial.
La hice pasar al comedor y ella se sentó en una silla que estaba en la esquina, puso el libro sobre sus piernas, lo abrió y comenzó a repasar. En ese preciso instante me volví a perder.Su voz era muy dulce, pausada, como si saboreara cada palabra que caía de su boca. Deje a un lado mi cuaderno y cerré los ojos. Su voz me convirtió en áspid de azúcar que buscaba refugio en su cuello, en sus pechos, en su vientre y que se caramelizaba el momento en que se iba insertando en los sitios mas recónditos de su cuerpo.
No era wow lo que leía, sino como lo leía. Podría haber estado leyendo como comían las hormigas en época de sequía, que el efecto habría sido el mismo.
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Lascivia Por Lú
Novela JuvenilUn deseo y una mujer. ¿Que puede salir mal? No involucrarse en el querer...