Comencé a escuchar voces en el pasillo. Ya todos habían comenzado a salir de sus cuartos; pero yo aún no lograba digerir lo que estaba sucediendo. Me lavé la cara una y otra vez por si aún continuara dormida; pero continuaba viendo la Runa en mi brazo sin importar lo que hiciera.
— Esto no puede estar pasando, ¿¡y ahora qué hago!?
De pronto alguien tocó la puerta.
— Espero no sigas dormida o tendré que entrar de nuevo.
— Oh no... ¡Nathan! — dije para mis adentros.
¿Cómo se supone que iba a explicarle?, ¡ni siquiera sé si debería decirle para empezar!, literalmente es una locura, digo, ni yo misma lo creía todavía.
— ¿Qué se supone que haga?, ¿sólo llegar e iniciar un discurso? "¡Hola Nathan!, tengo algo muy interesante que contarte: ahora tengo poderes que ni siquiera sé usar y debo participar en una guerra que nadie sabe que existe". Sí, seguro que me creería, suena lógico, ¿no?
— Sal de ahí, te escucho murmurar.
¡Genial! ¿¡Qué hago!?, ¿qué hago?... un momento...
— ¡Meghan sal de ahí!
— ...
— ¡Bien, voy a entr-...!
— Ya estoy aquí, tranquilo — dije saliendo a toda prisa.
— Al fin, ¡vamos, se nos hará tard-...! ¿Eh?... ¿y eso? — dijo mirando mi mano.
— ¿E-Eh?, oh esto... solo un pequeño accidente... no es nada.
Tal vez debí usar algo menos llamativo para ocultar la Runa que unas vendas; pero para ser contrarreloj creo que fue bastante ingenioso.
— ¿Que no es nada?... ¿¡Con qué te lastimaste!?, digo, para haberte vendado toda la mano debió ser grave...
— Nah, e-está bien, ¡en serio! — dije con una sonrisa de pánico.
— Pero-...
— ¡Vamos!, la clase va a empezar ¿no?
Mi amigo expiró incrédulo.
— Cierto, mejor nos vamos.
Me había salvado por el momento, pero era una verdad que tarde o temprano tendría que rendir explicaciones, quisiera o no.
Después de la hora de titularidad, la clase B se dirigió al laboratorio, y aunque el maestro aún nos odia por lo del accidente de la semana pasada, creo que es mejor que la titular... al menos un poco.
— Vamos a hacer otro proyecto experimental. Nathan, Meghan, los tengo en la mira, no toleraré más incendios — dijo con firmeza.
Ambos asentimos un tanto asustados.
— Bien ¡Hagan sus equipos de trabajo!
— ¿Quemamos otro laboratorio? — me susurró Nathan.
— No, con uno ya fue suficiente — reí.
— Además, no creo que saliéramos vivos de una segunda ocasión, ¡y no lo digo por el fuego!
— Jajaja, sé a lo que te refieres.
Nos dieron otra hoja con instrucciones y esta vez Nathan de resignó a seguirlas al pie de la letra.
— Bien, hay que empezar con el bisturí... para eso necesitaremos los guantes...
Inmediatamente, Nathan dejó de leer, tomó un paquete de guantes de látex que nos entregaron y lo abrió.
— Sí... no pienso mancharme las manos... honestamente no soy fan de las disecciones.
ESTÁS LEYENDO
The Runes' War
AdventureUn internado de preparatoria pareciera ser el último lugar en el que podría suceder algo fuera de lo común. Pero una simple pesadilla está a punto de voltear la vida de los clientes más frecuentes del salón de detención totalmente de cabeza. Nathan...