Capítulo 4: Runa de la Creatividad

11 0 1
                                    

Comencé a escuchar voces en el pasillo. Ya todos habían comenzado a salir de sus cuartos; pero yo aún no lograba digerir lo que estaba sucediendo. Me lavé la cara una y otra vez por si aún continuara dormida; pero continuaba viendo la Runa en mi brazo sin importar lo que hiciera.

— Esto no puede estar pasando, ¿¡y ahora qué hago!?

De pronto alguien tocó la puerta.

— Espero no sigas dormida o tendré que entrar de nuevo.

— Oh no... ¡Nathan! — dije para mis adentros.

¿Cómo se supone que iba a explicarle?, ¡ni siquiera sé si debería decirle para empezar!, literalmente es una locura, digo, ni yo misma lo creía todavía.

— ¿Qué se supone que haga?, ¿sólo llegar e iniciar un discurso? "¡Hola Nathan!, tengo algo muy interesante que contarte: ahora tengo poderes que ni siquiera sé usar y debo participar en una guerra que nadie sabe que existe". Sí, seguro que me creería, suena lógico, ¿no?

— Sal de ahí, te escucho murmurar.

¡Genial! ¿¡Qué hago!?, ¿qué hago?... un momento...

— ¡Meghan sal de ahí!

— ...

— ¡Bien, voy a entr-...!

— Ya estoy aquí, tranquilo — dije saliendo a toda prisa.

— Al fin, ¡vamos, se nos hará tard-...! ¿Eh?... ¿y eso? — dijo mirando mi mano.

— ¿E-Eh?, oh esto... solo un pequeño accidente... no es nada.

Tal vez debí usar algo menos llamativo para ocultar la Runa que unas vendas; pero para ser contrarreloj creo que fue bastante ingenioso.

— ¿Que no es nada?... ¿¡Con qué te lastimaste!?, digo, para haberte vendado toda la mano debió ser grave...

— Nah, e-está bien, ¡en serio! — dije con una sonrisa de pánico.

— Pero-...

— ¡Vamos!, la clase va a empezar ¿no?

Mi amigo expiró incrédulo.

— Cierto, mejor nos vamos.

Me había salvado por el momento, pero era una verdad que tarde o temprano tendría que rendir explicaciones, quisiera o no.

Después de la hora de titularidad, la clase B se dirigió al laboratorio, y aunque el maestro aún nos odia por lo del accidente de la semana pasada, creo que es mejor que la titular... al menos un poco.

— Vamos a hacer otro proyecto experimental. Nathan, Meghan, los tengo en la mira, no toleraré más incendios — dijo con firmeza.

Ambos asentimos un tanto asustados.

— Bien ¡Hagan sus equipos de trabajo!

— ¿Quemamos otro laboratorio? — me susurró Nathan.

— No, con uno ya fue suficiente — reí.

— Además, no creo que saliéramos vivos de una segunda ocasión, ¡y no lo digo por el fuego!

— Jajaja, sé a lo que te refieres.

Nos dieron otra hoja con instrucciones y esta vez Nathan de resignó a seguirlas al pie de la letra.

— Bien, hay que empezar con el bisturí... para eso necesitaremos los guantes...

Inmediatamente, Nathan dejó de leer, tomó un paquete de guantes de látex que nos entregaron y lo abrió.

— Sí... no pienso mancharme las manos... honestamente no soy fan de las disecciones.

The Runes' WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora