Desperté y ya no estaba, pensé por un momento que todo fue solo un muy mal sueño que se tornó hermoso al final, pero lo cierto es que las sabanas aún tenían su olor y su figura, su recuerdo se sentía demasiado bien para ser solo mi imaginación. Hacía calor y tenía la misma ropa de la noche anterior, aun así me tome unos minutos para mirar el techo y pensar en que haría, era momento de volver a lo que pasaba y enfrentar lo inevitable.
Cuando baje las escaleras note que la casa tenía un inusual y silencioso vacío, camine hasta la cocina y serví un poco de café en un vaso blanco, estaba caliente y el humo salía del vaso, bebí un trago, supo a gloria, a pesar de que hacia tanto calor, en ese momento sonó el inconfundible sonido de alguien en la puerta ya saben, ¡din don!
-Dios... quien podrá ser ahora.
Deje el café en la cocina y fui primero al baño, en el trayecto nuevamente el característico sonido hizo eco por la casa, me lavé la cara y trate de ponerme presentable – si es que a eso se le puede llamar estar presentable- cuando abrí la puerta finalmente Emily estaba ahí, ella sonrió y corrió a abrazarme, es un poco más baja que yo, apenas unos centímetros se aferró con fuerza y yo la abrase también. En el fondo sus abrazos me llenaban de confort, saber que ella estaba ahí significaba mucho más de lo que ella podría imaginar.
-Mírate como estas.... Tu cabello, ¿estas caminando en calcetines? Te ves como si no hubieras dormido.
-Te preocupas mucho y en serio exageras.
-Preocuparme es lo único que puedo hacer por alguien que no tiene la mínima intensión de cuidarse.
Insiste en la idea de que no me cuido, es tan tierno de su parte que a veces pienso que actúa como una pequeña mamá. Después del regaño decidimos hacer desayuno, y mientras ponía a hacer las tostadas voltee a verla sus mejillas rosadas, su piel blanca y sus ojos color café claro, su largo cabello negro le llega justo hasta las caderas, tiene un lindo culo redondo y firme, traía uno de esos conjuntos deportivos negro y rosa que resaltaban su figura trabajada en gimnasio, le hacía ver muy bien. Me acerque lentamente a ella y le di un abrazo lentamente, aun un poco confundido por lo que había pasado el día de ayer, ella sonrió y apretó mis brazos con delicadeza.
El resto del día transcurrió con normalidad, comimos y vimos algunas series que nos gustaba ver juntos, cuando empezó a anochecer y ella se iba, quise llevarla a su casa. La verdad ella era la única razón por que no estaba deprimido en ese momento y quería simplemente pasar más tiempo con ella. Cuando estábamos por salir llegaron mis padres, al parecer se habían divertido juntos y yo sonreí mientras abrazaba a mamá, pero al mirar a papá le hice saber que teníamos una conversación pendiente, después de todo no era ni el momento ni el lugar. Admito que la manera en la que luego me apresuré a salir de la casa pudo ser un poco exagerada pero en el fondo sentía que ardía, no era la cólera, era la impotencia de no poder hacer nada en ese momento a pesar de que sabía lo que estaba pasando. Con respecto al resto de la noche no pasó gran cosa, fuimos a la casa de Emily y termine pasando la noche allá, solo dormimos.
Olvide por completo ir a la universidad durante dos días, estaba como en las nubes, algo así como en "modo avión".
Pasó alrededor de una semana y media, en ese tiempo las cosas casi que volvían a la normalidad pero aún no hablaba con Gerald. Por lo demás todo estaba bien, incluso las clases no eran tan aburridas y me divertía en la universidad; la fraternidad –solo un grupo de amigos, en realidad no es una fraternidad- quería reunirse lo antes posible, apenas iniciábamos las clases pero era una tradición que al inicio los miembros hicieran una reunión, como uno de los fundadores y líder no podría perderme algo así; la verdad es que llamarlo reunión es muy formal, siempre hacíamos algo diferente pero jamás haríamos una reunión tipo de negocios o algo parecido.
Trate de ignorar eso por unos dos días hasta que la insistencia de los chicos me fue suficiente. Decidimos entonces el miércoles de esa semana que lo haríamos el fin de semana a las afueras de la ciudad.
Las reuniones de la fraternidad eran complicadas porque costaba un poco ponernos todos de acuerdo en cuanto a que haríamos o donde, al final se sometía a votación, al inicio era más fácil, no éramos más de 7 chicos ahora somos alrededor de 11 cada uno con pareja excepto Tristán y Jeffrey aunque el primero de ellos siempre va con una chica diferente a cada reunión, ésta vez aseguraba haber encontrado a una chica que si le gustaba y prometió traerla, la verdad no le di mucha importancia después de todo aunque es mi mejor amigo me veo forzado a recalcarle de vez en cuando que las cosas no son como parecen. Tistán tiene 21 años, es rubio, tiene los ojos azules, es bastante alto realmente mide como 1.86m y tiene una complexión muy atlética; es deportista desde que recuerda y ha practicado casi todos los deportes que se conocen, actualmente es la estrella del equipo de fútbol, el deporte rey y por ello es muy popular entre las chicas. Jeff es casi todo lo opuesto a él, es un fanático de la lectura y no le gustan los deportes, su pasión radicaba en las cosas simples y sencillas, también es rubio pero sus ojos son verdes y su estatura es de 1.78m.
Durante todo el día después de planear la reunión no paro de hablar de esa ella, no la describió físicamente y tampoco le pregunte, pero si decía muchas cosas sobre ella pocas malas a decir verdad, nada interesante a mi parecer.
-Ya verás... es una gran chica.
-Seguro que lo es – le respondí mientras escribía algo.
-Lo dices como si no me creyeras
- No lo hago.
En cuanto dije eso voltee a verlo con una expresión un tanto seria y luego volví a mis apuntes el solo se rió y dijo.
-Esta vez sí que te llevaras una sorpresa...
-¿Por qué estás tan seguro?
-Porque la conozco hace apenas dos o tres semanas y siento que ella tiene algo diferente.
-Exageras tris.
En ese momento mire mi reloj y la clase había acabado, tome mis cosas y me fui, me sentía un tanto extraño, escuchar a Tristán todo el día hablando de la chica que le gusta y todo eso me hizo recordar esa noche, todo lo que pasó y la persona que ahora sé que no volveré a ver por suerte. En el fondo... muy en el fondo amaría repetir esa noche porque me sentí realmente bien estando a su lado, de vuelta a mi vida, me obligué a alejar esos pensamientos y el recuerdo de aquella chica.
El fin de semana se llegó más rápido de lo que pensé, en un momento estaba despertando en casa y al otro estaba con Emily, Jack, Jeff etc. Tris no había llegado y solo lo esperábamos a él y a su chica para irnos, todos listos y dispuestos a pasar un gran fin de semana lejos de todos, estrés, padres, la universidad y todo eso que por lo general te carga de estrés y vuelve una mierda tus días, yo pensaba que sería mi oportunidad para que todo volviera a la normalidad. En medio del saludo con todos, recordaba los momentos anteriores y lo bien que la pasaba con todos estos idiotas y sus novias o amigas, eran el tipo de cosas que aun valían la pena después de años de dos años de hacerlas.
La vida es muy curiosa y jamás se sabe que puede pasar, jamás esperas algo tan normal como un fin de semana con todos tus amigos pueda transformarse en un completo caos de emociones; cuando tris llego hicimos una pequeña broma de como suele llegar tarde, notamos que vino con la muy mencionada chica pero no nos fijamos en ella sino hasta que él quiso presentarla, yo me entretuve sin mirar hablando con Emily mientras escuchaba como se presentaba con los demás, su voz se me hacía un poco conocida, tal vez la escuche en algún momento en el campus, cuando Tristán toca mi hombro estoy sonriendo, al voltear para saludar a la chica mi sonrisa desaparece y quedo en shock.
-Hola me llamo Sídney.
Ahí estaba de nuevo, un hermoso fantasma de cabello naranja, su mirada me dice que está igual de sorprendida que yo, pero su sonrisa claramente me insinúa que planea divertirse y yo me muero por perderme entre sus besos.
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Polos Opuestos
Teen FictionSegún la ciencia, los opuestos se atraen, según la filosofía amamos de las demás personas aquello que inconscientemente sabemos que nos falta. Ellos no son ciencia, tampoco un producto filosófico de alguna mente cuerda; ellos solo son, así sin más...