El Familiar

32 1 0
                                    

Una noche, cuando tendría unos 17 o 18 años, estábamos en la casa de una amiga de mi hermana, con unos amigos. Habíamos armado algo en conjunto para bailar y tomar algo (básicamente tratar de chapar), ya que nosotros éramos demasiado "jevimetal" como para ir a algún lugar a hacerlo.

Una vez terminada la joda quedamos unos pocos jugando a las cartas y hablando de historias de fantasmas (claro está que, utilizábamos cualquier recurso a nuestro alcance para acercarnos a alguna chica). La madre de esta chica llamada Ana, escuchó las historias que contábamos y se reía desde la cocina, mientras tomaba algo de vodka.

- De que se ríe tu vieja, Ana? - Le pregunté

Ella me dijo, - Si vos supieras! Acá no vas a asustar a nadie. -

Quedé fresco y batata (que frase vieja).

Ana nos contó que su mamá practicaba la religión Umbanda, y que se estaba preparando para un evento que implicaba gallinas, algo de sangre y un cementerio. No digo más porque no quiero decir algo que ponga en evidencia que tal vez me la estaban jugando para ponerme en clima.

La madre se acerca y nos dice: - Que hacen ustedes cuando ven un perro por la calle? - Pregunta rara, incluso para alguien que tomaba tanto vodka. - Me imagino que ninguna maldad? -

Dejemos algo en claro, a mi me encantan los animales y no podría relacionarme con una persona que sea cruel con alguno de ellos. Así que se sobreentiende que mis amigos también, en mayor o menor medida, eran bicheros.

Nos contó que muchas veces tienen "eventos" en lugares rurales, donde se hacen grandes fogatas, se baila, se toma y se "ejem" mucho. Son festividades donde festejan la vida y agradecen a las deidades por las bondades con ellos compartidas. - Quien sabe? - nos dice - tal vez estén escuchando y se incorporen en alguno de sus fieles seguidores para festejar un poco de manera más terrenal.- Para nada raro este comentario.

Bueno volviendo al tema, nos contó que una vez caminando al costado de la ruta, volviendo al pueblo, se cruzaron con unos muchachos que venían de algún baile. Comenzaron a seguirlas a ella y a su hija Ana, diciéndole algunos piropos subidos de tono. Cuando de la nada aparece un perro.

Dice que el perro se puso a seguirlas a menos de 20 pasos, justo entre ellas y los pibes que las venían molestando. Nos dijo también que solo hizo falta un ladrido para que estos muchachos dejaran de seguirlas. Que se dieron vuelta desalentados y siguieron su camino en dirección contraria. No así el perro. Este las acompañó hasta su casa sin nunca acercarse a más de 20 pasos de distancia.

Al llegar entraron y el perro se detuvo a unos metros de la puerta. La mamá de Ana fue en en busca de un plato donde puso algo de carne y un bowl con agua. Volvió a la puerta la abrió, y sin mirar al can, puso todo en el piso diciendo un gracias en la dirección donde estaba. Cerró la puerta y plegaria mediante, se fue a acostar.

A la mañana siguiente, el plato y el bowl estaban vacíos.

El primero en hablar fue mi amigo Flavio, que preguntó, - Y cómo era el perro? -

La mamá de Ana sonrió y dijo - No lo se! Jamás lo pude ver, pero solo sabía que ahí estaba. - Piel de pollo no?

Nos contó que muchas veces un perro no es un perro, que muchas veces el bien o el mal se disfrazan de lo que necesiten solo para cumplir su propósito. Que por eso seamos amables con todos los seres vivos, y que si hacemos el bien, estaremos bien protegidos.

Hoy, muchos años después, ya peino algunas canas, y esta historia sigue siendo el deleite de cualquier fiesta animada. Pero hoy, escribiendo estas sencillas líneas, una idea no deja de azotar mi mente. Si tenemos que ser amables con los seres vivos, porque su religión los utiliza para sus ritos? Será que muchas veces una gallina no es una gallina y sea algo más? Algo tan jodido que tenga que ser sacrificado para luego utilizar su sangre para purificar algo... o a alguien?

Historias Reales de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora