Capítulo III

4K 322 49
                                    

Circe

A la mañana siguiente de pasar la noche con los hermanos Killam; mis padres me citaron para tomar el desayuno con ellos, no quisiera ir pero tengo que. Odio venir aquí, no me gusta que las personas me sigan, no me importa si sigan a mi padre ¿Pero a mí por qué? Es decir, no soy yo la encargada del país, no soy yo la importante aquí. Yo solo soy la desafortunada hija.

Mi mente no puede dejar de enviar imágenes de Gerald y París. Dos hombres que me hacen sentir tan bien, me confunde ya que he comenzado a creer que la anterior noche me enamoré de ellos, está mal ¿O no? Ellos dijeron que amar a dos personas no era algo de lo que tuviera que preocuparme, pero no  dijeron las consecuencias si las dos personas de las que me enamoraba son hermanos. Es demasiado pronto y la idea del “Amor a primera vista" me disgusta, no es más que simple y estúpida atracción de los solitarios que buscan razones para seguir.

—¿En donde te metiste ayer?— me pregunto mi padre después de tomar un sorbo de su taza de café.

—Salí con París y Gerald— respondí con apatía.

—Despreciaste tu fiesta.

—Padre, esa no fue mi fiesta. Por eso me fui, estaba aburrida y había una persona que me hacía incomodar, pero no la nombraré por respeto a mi madre.

Entonces él cambio su actitud por completo, de tratar ser el padre controlador volvió a ser mi favorito, el que siempre es "comprensivo" con su princesa.

—Mi niña, sabes que no me gustan ese tipo de comportamientos tuyos— me dijo acariciando mi mano.

—Ya sé, pero no pueden cambiarme.

—¿Ya te decidiste a estudiar leyes?—cuestiono madre.

—Quisiera ser actriz de teatro— conteste emocionada.

Sé que se negarán pero nada cuesta volverlo a intentar.

—Ya te dije que es una carrera para vagos— se negó mi padre.

—O quizás diseñadora como la esposa del hermano de mamá. Ella es una mujer muy elegante— dije.

¿Su nombre? Bárbara, ella es fantástica, el vestido que use en mi fiesta de cumpleaños fue diseñada por ella misma. No solo eso, es también muy hermosa y joven, tiene veinticuatro años. Asumo lo mal que suena pero preferiría mil veces que ella fuera la amante de mi padre, Bárbara ya es casada y tiene a cuatro hijos muy lindos.

—Si pero ya sabes que ese no es su único ingreso— dijo mi madre.

—Entonces no lo sé, ¿les parece correcto que tome un poco más de fiempo?— cuestione.

—Si tú crees que eso es lo mejor— me apoyó mi padre.

—Gracias papi, ¿y tú, mamá?

—Estoy de acuerdo, es parte de hacerte responsable.

—Debo sentirme segura  y ordenar algunas cosas— comenté y dejé la servilleta de tela que tenía sobre mis piernas, en la mesa— Me tengo ir, tengo una cita.

—¿Una cita con quién?— cuestionó de inmediato mi padre.

—Los hermanos Killam.

Mi padre me observó con una mirada fulminante, es normal que se sienta celoso por su única hija.

—Sí papi, otra vez. Tranquilo usted aún es el número uno.

Me puse en pie y me acerqué para abrazarlo.

—Y mi princesa es la número uno. Siempre recuerda que tú debes ser la prioridad de un hombre.

—Siempre— respondí mientras sonreía— Me voy porque no quiero llegar retrasada.

Gerald, París y yo acordamos veenos en el West Potomac Park. Al llegar, ellos ya se encontraban ahí. Al verme, ambos sonrieron de la misma manera; con una sonrisa tonta, todos sabemos de lo que hablo, ¿podría ser que ellos me amen igual?

—Lamento el retraso— me disculpé.

—No importa, acabamos de llegar— me informó Gerald.

—Tengo una pregunta— comenté— ¿Creen que ser actor es un trabajo para vagos?

—Para vagos no, pero tampoco es un trabajo para la hija del presidente— me contestó Gerald.

—Debería volverme ama de casa entonces—bromee.

—No es para tanto, Circe— dijo París.

—No, yo no me merezco la pena. Cómo sea, ¿qué quieren hacer?
¡No, no me contesten! vengan conmigo.

Tome a ambos de las manos y camine hasta un gran árbol, cada que vengo aquí me quedo bajo la sombra de este hermoso y frondoso árbol. Es mi lugar favorito. Nos sentamos en el césped, yo en medio de ambos, Gerald a la izquierda y París a la derecha.

—¿Hay algo más que te interese?— me pregunto París.

—El diseño, diseñar ropa, ya saben. ¿Conocen a Bárbara?

—No— respondieron dudosos.

—¡Es la mejor diseñadora! Es cuñada de mi madre aunque ella no lo sepa, larga historia. Pero no importa porque enserio que ella diseña los mejores vestidos, faldas, blusas, zapatos e incluso las mejores bolsas.

—¿La admiras?— pregunto Gerald.

—¡Por supuesto que sí!— exclamé— solo uso la ropa que ella diseña.

—Sí es hermosa, pero tú haces que se vea más hermosa— me dijo París mientras tomaba mi mano.

—Podrías ser modelo, la modelo de Bárbara— dijo Gerald y él tomó mi mano izquierda.

Un sentimiento de incomodidad navegó por todo mi cuerpo, es extraño ser tomada de la mano por dos hombres al mismo tiempo, pero también es muy bello, sentí una extraña emoción, me sentí protegida.

—Mi padre no lo permitiría. Ya no se que hacer con mi vida, lo mejor y sin exagerar será volverme ama de casa.

—Supongo que hay más posibilidades para ti.

—Quizá París, quizá— respondi luego de un suspiro— Escuchen, ¿Podrían decirme más sobre el amor libre?

—¿Qué quieres saber?— me pregunto Gerald.

Me senté sobre mis rodillas frente a ellos.

—Quiero saber si puedo amar a dos personas que tienen parentesco.

—¿Contigo?— cuestionó.

—No, como a dos... Cómo a dos hermanos— revele con vergüenza— ¿Puedo amar a dos hermanos?

—Que si puedes— dudo París.

—Pero antes quiero saber si los dos me aman igual— dije tomando fuertemente sus manos y baje la mirada.

Ambos se miraron unos segundos. Podría ser que ellos sientan lo mismo, nos acabamos de conocer y me parece fui demasiado directa. Pero la realidad es la está sensación que sentí desde la noche anterior al conocerlos fue única. Nunca había experimentado algo similar con cualquier otro hombre, asumo que ninguno reunía los requisitos necesarios para entrar en mi corazón de la misma manera en que ellos lo hicieron. Tengo miedo de la respuesta porqué no quisiera ser rechazada por ninguno, de cualquier manera si lo hacen la vida continúa y ya llegará un nuevo amor. Pero por ahora no quiero otro amor, no creo necesitar otro amor.

Amando a CirceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora