capitulo 8

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El jueves por la noche, LeeTeuk la invitó a pasarse por su restaurante. Sus padres todavía no
habían regresado del norte y el local seguía cerrado por vacaciones, así que, mientras se dirigía
hacia allí, (TN) se preguntó si una de las fantasías de LeeTeuk era hacerlo en el sitio donde trabajaba.
No obstante, se llevó una sorpresa cuando, después de que él levantara la persiana y la animara a entrar, se encontró una mesa preparada para dos con un par de velas encendidas.

—¿Qué es esto? —preguntó, quizá de manera algo agresiva.
—Quiero invitarte a cenar —replicó él, apoyando su mano en la espalda de ella para intentar que avanzara. Tuvo suerte y ella se dejó llevar hasta la mesa.
—¿Invitas a todos tus amigos?
—Desgraciadamente, sí. Muchos vienen a gorronear.
—Pero esto es una mesa romántica, LeeTeuk.
—¿Lo dices por las velas? Las apago si quieres, mi madre las enciende por la mañana porque
huelen bien, pero si te molestan... —se inclinó para soplar sobre ellas y (TN) no se opuso.

Sin su luz dorada, la mesa quedó algo desangelada, aunque todavía quedaba un centro bajo de
flores artificiales. LeeTeuk lo señaló:

—Estas no son románticas, son el estilo del restaurante. Pero si quieres también las quito.

(TN) negó con la cabeza, aunque no parecía muy contenta.

—Venga —intentó animarla él—. Es un plan como cualquier otro. Los amigos quedan para cenar, solo que en vez de llevarte a cenar hamburguesas o comida china, te traigo a mi restaurante. Me sale más barato. Vamos, toma, bebe un poco de vino.

Cogió la copa que le tendía con vino rosado y le dio un largo sorbo. Después suspiró y miró a su
alrededor. El local era bonito, con las paredes pintadas de una tonalidad violeta y los muebles en
color negro.

—Está muy bien el sitio. Tiene estilo.
—Sí, la verdad es que con las reformas que hicimos hace tres años quedó genial.
—Has dicho «mi restaurante» e «hicimos». ¿Te gusta trabajar aquí?
—La verdad es que sí, más de lo que podría haber esperado. Y me gusta especialmente la cocina.

Mi madre me está enseñando a hacer muchos platos y no descarto hacer algún que otro curso de cocina ya de cara a septiembre. Anda, vamos, para que no me digas que esto es una cena romántica, ayúdame a sacar las cosas.

(TN) le dio otro largo sorbo al vino y le siguió hasta la cocina, donde había una serie de platos
preparados. La mayoría de ellos eran frescos, aunque LeeTeuk mantenía en un calientaplatos unas brochetas de pollo con una pinta estupenda y unas raciones de salmón. Sacaron a la mesa una tabla de quesos con una ensalada y LeeTeuk, con mucho cuidado, sacó el calientaplatos para ponerlo en una mesa auxiliar.

—Así no tenemos que levantarnos luego.

Ella se terminó la copa y se sirvió más.

—¿Estás sedienta o quieres emborracharte?
—Júrame que esto no es una cena romántica.
—¿La aceptarías si lo fuera?

(TN) masculló algo para sí.

—Ya te he dicho antes que no lo es —contestó en respuesta él.
—Tú lo que haces es tirar la piedra y esconder la mano.
—¿Cómo?

—Ya me has dejado caer en un par de ocasiones comentarios sobre tú y yo teniendo algo más que una relación de follamigos. Pero cuando ves que me lo tomo a mal, que te voy a decir que no quiero nada más, sonríes o dices que es una broma. Eso en mi tierra es tirar la piedra y esconder la mano. Si quieres pedirme salir, hazlo.

—¿Es que acaso responderías que sí? —replicó él. No sonaba esperanzado sino más bien
acusador, como si le echara algo en cara.
—No, pero al menos dejaríamos las cosas claras.
—Cenemos, anda. Estás paranoica. Mis sentimientos hacia ti no han cambiado desde que firmamos el contrato, lo único es que yo soy así... simpático.
—Júramelo.
—¿Qué soy simpático?
—Que tus sentimientos hacia mí no han cambiado.

follamigos  Leeteuk y tnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora