Eran las doce y media de la noche de un jueves especialmente caluroso. Los padres de (TN) ya se habían acostado y ella estaba tumbada en su cama, bajo la ventana, intentando disfrutar de la poca brisa fresca que corría aquella noche. Entre sus manos tenía una novela erótica que no estaba ayudando en nada a bajarle la temperatura.
Acababa de pasar de página cuando su móvil vibró. Lo cogió de la mesita donde estaba y leyó el mensaje de WhatsApp que acababa de llegarle. Era de LeeTeuk.«¿Estás disponible?»
Tras asegurarse de la hora que era, ella replicó:
«Son las 12:30».
«¿Y? Estás despierta».
(TN) tardó varios segundos en contestar. La verdad es que sí, qué más daba la hora que fuera. De hecho, la noche era el refugio de los amantes. Pensó en qué le dirían sus padres si la vieran salir de casa a esas horas e inmediatamente una vocecita furiosa le dijo «hija, que ya tienes una edad...». Era su parte rebelde la que hablaba, la que odiaba haber tenido que volver a casa de sus padres, dejando atrás la libertad de la emancipación, aunque su lado lógico le decía que, por mucha edad que tuviera, sí que tenía que rendirles cuentas a sus padres de dónde iba o que hacía mientras viviera bajo su mismo techo. Sopesó los consejos de las dos vocecitas que le hablaban antes de contestar al mensaje de LeeTeuk.
«¿Cuándo nos vemos?»
Solo podía esperar que sus padres estuvieran profundamente dormidos y no la oyeran salir ni entrar.
«Baja en cinco minutos».
Se puso en pie para cambiarse de ropa, pues ya se había puesto su minúsculo pijama blanco, pero después se lo pensó mejor y optó por una fina chaqueta que era lo suficientemente larga como para taparle el modelito de dormir. Se remangó las mangas para no comenzar a sudar antes de tiempo y, con unas sandalias en la mano, salió de su habitación de puntillas y sin hacer el menor ruido. Abrir la puerta principal de su casa sin que hiciera ruido fue todo un desafío, pero lo consiguió, alentada por los ronquidos que escapaban del dormitorio de sus padres. Se calzó mientras bajaba por las escaleras y cuando llegó al portal, LeeTeuk ya la esperaba montado en su coche.
Tras saludarse como harían dos amigos, él puso en marcha el vehículo y salieron a toda velocidad.
(TN) supuso que se dirigían hacia algún descampado o lugar escondido en los bosques cercanos al pueblo, como habían hecho dos días atrás cuando se lo habían montado en la parte de atrás del coche después de que ella lo llamara en su día libre a la hora de la cena. En esta ocasión, no obstante, (TN) no tardó en darse cuenta de que estaban yendo más lejos de lo normal.—¿Dónde vamos? —interrogó.
—Ahora lo verás.
—Está un poco lejos, ¿no?Él no contestó, mostrándose totalmente enigmático. En una carretera bordeada de árboles, giró a la derecha por un camino de tierra y comenzaron a ascender por un terreno bastante irregular.
—¿A dónde lleva esto?
—Espera, impaciente.
—Pensaba que sería salir y entrar de mi casa. Como mis padres se enteren de que me he ido a media noche... —en cuanto aquellas palabras salieron de su boca, se arrepintió. Sonaba como una adolescente.—¿Te castigarán sin salir? —se burló él.
—Cállate.Al fin llegaron a su destino, un mirador en lo alto de una sierra que ofrecía unas vistas panorámicas de su ciudad, con todas las luces doradas del alumbrado público brillando para saludarles. Se apoyaron en el muro de piedra del mirador y (TN) se alegró de haberse puesto la chaqueta, pues allí, aunque no hacía frío, la temperatura había bajado varios grados con respecto a la del pueblo.
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follamigos Leeteuk y tn
RomanceTras un encuentro fugaz en una discoteca, un viejo amigo de (TN) le propone que sean follamigos. Ella no está del todo convencida pero acepta la proposición. ¿Qué daño puede hacerle tener encuentros sexuales consentidos con un chico que no está per...