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Las días pasaban lentamente desde aquella vez en que lo había visto por primera vez en aquel bar; desde entonces mantenemos el contacto mediante e-mails, lo sé es algo raro pues existen los mensajes de texto o cualquier otro medio más sencillo para mantener la comunicación, sin embargo, era la primera vez que no ponían ninguna objeción al intercambiar mis medios personales para mantener el contacto pues siempre había sido demasiado desconfiada de cualquier persona, pero con el todo era más sencillo, incluso el hablar.
Desde entonces ha pasado un mes desde nuestra "presentación" sonará extraño, pero hace unos días estábamos por vernos nuevamente cuando repentinamente él lo había cancelado, justo a una hora del mismo, ante ello él se había excusado con un simple e-mail, "Problemas con mi padre" y eso fue todo. Lo admito me molestó un poco pues había dejado de lado ciertos asunto y deberes para volverlo a ver, pero una parte de mi sentía que había algo más que un simple problema familiar, pero sabía que aún no había la suficiente confianza como para reclamarle el hecho de dejarme plantada.
Así que aquí estoy sentada frente al ordenador escribiendo mi primer pensamiento sobre él, su risa, siempre empezaba con un tímido sonido que de pronto de convertía en una suave carcajada, pero nunca habría su boca por completo para ello, solo entreabría la misma; la forma en la que me mira, es como si de alguna forma ya me hubiera visto antes, incluso yo misma lo siento así, pero en lugar de verlo a los ojos o de mantenerle la mirada siempre rehúyo de ella, solo puedo verlo a los ojos unos cuantos segundos y lo dejo a él mirando todo el tiempo que quiera, sé que me mira tan detalladamente que incluso se ha de haber percatado de la pequeña cicatriz que poseo en la mejilla izquierda. Sus manos, aquellas que de un momento a otro mientras caminamos toma la mía las entrelaza y de repente siento su dedo pulgar hacer leves caricias por el dorso de mi mano, y yo como una boba solo puedo bajar la mirada y quedarme mirando nuestras manos y sin pensarlo dos veces en mi mente resuena una leve vocecilla que me grita "Encajan perfectamente", y sí lo hacen, detallo su manos con cada segundo, pues siempre que salimos hay un momento en el tiempo en que ni uno ni otro dice nada, solo caminamos. Y ante este tiempo yo solo puedo mirar sus alargados y estilizados dedos morenos, y sus uñas perfectamente cortadas, sin alguna cutícula visible, y por último las venas que sobresalen, aquellas que le dan aquel toque varonil que me encanta.
Cada noche desde que lo conocí he soñado con él, pero al final de estos solo me encuentro yo sintiendo una terrible sensación de tristeza y desesperación albergándome por completo y por ello cada noche a la misma hora me despierto, gritando y llorando. Pero lo más extraño es que sé que la noche anterior siempre me aseguraba de que la ventana que se ubicaba al pie de mi acama estaba cerrada perfectamente, pero cada vez que me despertaba esta se encontraba abierta de par en par, dejando entrar el frío de la noche.
Mi compañera de apartamento ha dejado de insistirme el salir a algún club nocturno desde que se percató de mi salida con David aquella vez, así que sólo se limita a despedirse de mí en cada ocasión en la que sale con sus amigos por ahí.