CAPITULO 4

56 2 4
                                    

Han pasado varios días desde que David y yo estuvimos juntos de aquella forma tan íntima, que cada vez que recuerdo esos momentos juntos, en mi rostro se plasma una enorme sonrisa, misma que no le pasa desapercibida, pues de entonces él ha permane...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Han pasado varios días desde que David y yo estuvimos juntos de aquella forma tan íntima, que cada vez que recuerdo esos momentos juntos, en mi rostro se plasma una enorme sonrisa, misma que no le pasa desapercibida, pues de entonces él ha permanecido en mi departamento sin despegarse de mi un solo momento. Aunque lo único extraño de él es que nunca sale conmigo a hacer las compras para la comida o demás, cuando pregunto por ello, el solo contesta con un "Porque mejor no nos quedamos aquí y vamos más tarde, ¿eh?", seguido de un beso en los labios o en alguno de mis hombros, haciendo que me olvide por completo de lo demás y terminando por acceder a sus peticiones. Después de las compras, regresamos a casa, preparamos la cena y esperamos a mi compañera de piso, quien al terminar nos agradece y se va a su habitación minutos después sale totalmente diferente, y se va dejándonos solos en el apartamento; es en aquellos momentos en que aprovechamos para poder estar juntos de nuevo.

Lo admito, a pesar de todo, aún queda la semillita de la duda en mi cabeza del porque nunca sale en el día, y la duda me carcome aún más cuando en mitad de la noche sale del departamento, asegurándose que me encuentro dormida, pero claro algunas veces lo engaño y termino viendo sentada en la ventana de mi habitación el cielo lleno de estrellas y la luna, esperando su llegada.

Hoy es una de esas noches en simplemente me encuentro desnuda recostada sobre pecho, ambos estamos despiertos, pero sin mediar palabra alguna, creando un silencio bastante cómodo. Pero un habito normal me hace levantarme de la cama.

- David, ¿Podrías pasarme tu playera? - Sin preguntar hace lo que le pido, me la coloco para minutos después salir de la cama para dirigirme al sanitario. Cierro la puerta detrás de mí, levanto la tapa del inodoro y me dispongo a orinar, es ahí cuando me doy cuenta de que mi periodo ha llegado, sin más jalo la palanca del inodoro.

Solo unos cuantos pasos me llevan a la ducha, giro las perillas y sobre el sonido del agua grito:

- ¡Me daré una ducha, no tardo! - sin esperar respuesta me adentro en la ducha y dejo que el agua caliente recorra mi cuerpo.

Tomo un poco de mi shampoo con olor a fresas, masajeo mi cuero cabelludo unas cuantas veces para después retirarlo con agua, seguido de ello tomo un poco del jabón líquido para el cuerpo con la misma esencia y froto mis brazos, pechos, abdomen, piernas, pies, para terminar con mis hombros, cuello, y cara.

Inconsciente del entorno que me rodea, me quedo unos minutos más bajo el agua, pero solo basto un pequeño ruido como para que terminara reventando esa burbuja que mantenía fuera todo tipo de distracción, el sonido vuelve a repetirse y es ahí cuando cierro las llaves, del agua, tomo una toalla, salgo de la ducha, para después tomar un tampón y colocármelo.

Cuando salgo del cuarto de baño, la cama resplandece por la luz que entra de las farolas que iluminan la calle, pero también, me hacen notar que David no está aquí, así que sin más salgo de la habitación en su búsqueda; camino por el pasillo y una voz acompaña la de el en la sala, detengo mi caminar para detenerme a escuchar.

COVEN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora