Quatre

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Llegamos al centro comercial y estaba abarrotado de gente. Joaquín caminaba a mi lado todo el tiempo. Justo cuando pasamos la entrada, me quedé parado, analizando cada uno de los lugares a los que podíamos ir para encontrar el regalo perfecto para Marie.

Caminé en busca de una joyería. Un brazalete o un collar serían un bonito y elegante detalle.

—¿Brazalete o collar?— pregunté para que Joaquín me ayudará a decidir pero él ya no estaba a mi lado.— ¿Joaquín?— me giré para buscarlo en todos lados. No lograba verlo por ninguna parte.— No es divertido.— hablé y lo decía en serio. Algo en mí estaba deseando que en verdad no hubiera desaparecido para siempre. Aún cuando quisiera que se fuera, no me gustaría perderlo en medio de la estructura de mi libro.

Retrocedí un poco los pasos que habíamos recorrido. Lo buscaba entre la gente y también en algunas sucursales hasta que lo vi.

Y ahí estaba. Dentro de una tienda de ropa, viendo algunas prendas. Entré y me acerqué a él.

—¿Qué estás haciendo? No puedes desaparecerte de esa manera— lo reprendí pero él parecía ignorarme

—Me gusta este crop top, ¿tú qué dices? El estampado militar, con los tonos naranjas. Me encanta.— él tenía en la mira la ropa delante de él.— Aunque creo que me gusta también este, soy fan de la NASA, bueno, quién no lo es, ¿Sabías que si miras al sol en un punto donde su resplendor ya no lastime tus ojos, puedes ver a un lado a mercurio? Es real, se mira como un pequeño punto al lado del sol.— continuaba sin mirarme. Lo vi un poco exasperado.

—Joaco... Te traje aquí para que me ayudaras a escoger un obsequio, no para que vinieras de shopping. Andando.— De pronto las miradas de los empleados de la tienda se hiciero presentes en mí. Había olvidado que estaba en un lugar público. Y que Joaquín no era real. Ahora mismo debo parecer un loco hablando solo a la mitad de una tienda. Una joven se acercó hacia mí.

—¿Puedo ayudarlo en algo?

—Deberías de quitarle el mal gusto que tiene para la ropa ¿Ya viste esa playera que trae? ¿Dónde estamos? ¿En Cancún?— Joaquín habló a mi lado. Yo sonreí forzadamente.

—Eh...no, gracias, sólo estaba viendo esto...— señalé una prenda delante de mí. Todos me miraban extraño.

—¿Buscaba una talla en específico?— me preguntó, intentando asegurarse de que no fuera un loco.

—Eh...No.— Joaquín aguardaba a mi lado, divertido por la situación.

—¿Es para usted?— cuestionó la chica, intentando descifrarme. Yo negué con la cabeza lentamente.

—Es para mi...mi— titubeé

—Novio.— musitó Joaquín.

—¿Novio?— pregunté frunciendo mis cejas. La chica me miró, al parecer, enternecida.

—Oh... bueno, está muy bonito, seguro le gustará. ¿Quieres que te lo envuelva como regalo?— Yo pensé en objetar, pero decidí que ya me veían lo suficientemente raro por hablar solo como para empezar a balbucear y contradecirme de nuevo.

Al final terminamos saliendo de la tienda con dos crop tops que tuve que comprar porque la señorita me aseguró que también le gustaría uno con un logo de Pepsi, aunque no conociera a mi novio. ¡Bueno para empezar ni siquiera tengo novio!

Joaquín iba muy feliz a mi lado porque tenía ropa nueva.

—No es divertido, perdimos casi una hora en aquella tienda— le dije y esta vez no me importaba que estuviéramos entre un montón de gente, las personas pasan por todos lados que me pueden tomar desapercibido. Caminamos hacia las escaleras eléctricas.

¡No es real! →EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora