Carta No 14

23 7 0
                                    

Nunca olvidaré nuestro encuentro, fui guiado hasta el lugar donde estabas, estabas en esa silla de ruedas, con la compañía de la enfermera que te estaba cuidando, giró la silla.

Vi tu cuerpo ya no tenías brazos y pies pero seguías teniendo esos ojos color verde, nunca nadie me había sonreído con la mirada, tú lo hiciste, me acerqué nervioso y muy conmovido, te miré, no sabía que decir pero tú estabas tan feliz de verme, nadie se había puesto tan feliz de verme así, lo primero que dijiste y lo que durante estos 5 años quise escuchar con tanto anhelo fue...

Estoy orgulloso de ti, yo no podía creerlo, me culpe te dije cosas de que sentía no haberte valorado, tú me decías que no importaba que tú nunca me odiaste y que todos estos meses, el motor que lo ayudaba a tomar terapias e intentar recordar era yo, yo seguí lamentandome por todo y te abrace muy fuerte, comencé a llorar, tú dijiste, me alegra que estés bien y que nunca te dieras por vencido.

No olvidaré eso jamás, tampoco la cara que pusiste cuando a el niño lo trate amablemente y le entregue la pelota, tú tenías la idea de que odiaba a los niños, pero gracias a ti ya no lo hago.

Las pláticas eran largas, reíamos juntos, me dabas tus filosofías de vida...

No olvidaré jamás ese día.

A Dream WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora