7: La boda

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Cuando estás soltero y tus amigos empiezan a casarse, cada invitación de boda da lugar a un extraño momento de autoevaluación: ¿Llevarás acompañante, o irás solo?

Pero lo que realmente te preguntas es, ¿Cómo te verás dentro de tres meses? ¿Sentado al lado de tu novio, o tirándole los tejos a alguno de los padrinos?

Yo siempre marcaba que llevaría acompañante, era un optimista.

Raoul abrió el sobre color crema, leyendo los nombres de sus amigas en una bonita caligrafía de color negro: Nerea Rodríguez y Aitana Ocaña. Suspiró, y desdoblando el papel vio las dos opciones, llevar acompañante, o ir solo. Marcó una, volvió a doblarlo y lo metió en el sobre para reenviárselo a las novias.

2 meses y 26 días después.

Raoul hablaba por teléfono con Ricky, que iba en coche vestido con su impecable traje de color negro.

- ¿Y a quien voy a llevar a esta boda?

- Raoul, ¿has ignorado mis enseñanzas?

- La mayoría puede que sí.

- Agh, por favor Raoul, no se lleva acompañante a una boda. Es como llevarse una barra de pan a la panadería. – Raoul frunció el ceño. – Nada de acompañante pollito. No.

- ¿Una barra de pan? ¿Esa es la única metáfora que se te ocurre?

- Es lo más parecido a un bollo, y es lo que eres. – Soltó una risa, y Raoul se sonrojó riendo también.

- Vale, vamos a dejarlo. Pero ahora ya no puedo cambiar lo de acompañante, desperdiciaré un plato entero de san jacobos. Tengo que llevar a alguien. ¿Pero a quién?

Por supuesto, yo sabía a quién quería llevar.

A vuestro tío Agoney, la gran pregunta sin contestar de mi vida. El problema era que estaba saliendo con Gerónimo, un hombre muy rico y estúpidamente amable. Agh, Gerónimo.

Agoney entró al bar y vio a todos ya sentados en la mesa de siempre, se acercó de forma tímida, y suspiró. Amaia le miró con gesto triste, seguramente al ver su cara.

- Bien, pues Gerónimo y yo acabamos de romper. – Esbozó una sonrisa de labios apretados.

- Ay no, buah que mal Ago. – Amaia llevo su mano a la de Agoney. – ¿Estás bien?

Se sentó junto a ella, y asintió.

- Sí, que mal... ¿quieres beber algo? – Alfred se hizo a un lado para que cupieran los tres.

- No. En realidad nunca llegamos a conectar bien. No sé, me siento un poco culpable. – Se encogió de hombros, Raoul negó con la cabeza, en desacuerdo, pero no abrió la boca.

- No te preocupes, lo superará. – Ricky hizo un gesto con la mano, quitándole importancia. – Vamos a ver, es multimillonario, no creo que dure mucho más soltero, dentro de poco ya está con otro más bueno que tú.

Bebió de su copa, y Agoney alzó las cejas.

- Vaya, me siento mucho mejor Ricky. – Amaia acarició su hombro. – Creo que sí que voy a beber algo.

Se levantó con pesar y se fue hacía la barra viendo la mirada apenada de Raoul.

- Vale chicos, tengo que confesaros una cosa. – Raoul tragó saliva, consiguiendo la atención de todos. – Creo que vuelvo a sentir cosas por Agoney.

Amaia y Alfred empezaron a reír.

- Por dios Raoul, no has dejado de sentir cosas por él. – Amaia alargó su mano para coger la del rubio. – Se te nota.

PAUSADACómo conocí a vuestro padre // RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora