10: Dos trajes de boda y una beca a Los Ángeles

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** Hay una pequeña escena subida de tono**

Niños, las mejores relaciones son las que se dan con naturalidad.

Raoul se puso el guante de cocina y abrió el horno para sacar una bandeja llena de magdalenas.

- Ya están las primeras. – Le dijo ilusionado a Pablo, que le había estado enseñando.

- Creo que tienes que dejarlas un poco más. – Le sonrío, besándole la punta de la nariz al ver su cara triste. – Te daré un consejo. Sí aun esta liquida. – Metió el dedo dentro de uno de los moldes, sacándolo después con la masa cruda resbalando por él. – No es una magdalena, es un mejunje art attack.

Con Pablo todo era tranquilo, divertido, sin complicaciones. Y era súper guay.

Alfred trataba abrocharse el botón del pantalón de su traje, cuando Ricky entró en el piso. Alzó las cejas, observando como el chico metía tripa y conseguía finalmente su cometido.

- ¿Puedes respirar? – Alfred asintió, mejillas rojas y labios apretados. – Pues no lo parece... sal de esos pantalones, sufro.

- No puedo. – Dijo con dificultad, notando como el pantalón le apretaba. – Tengo una entrevista, y solo este traje. Así que me voy a ir acostumbrando a estar un tiempo sin respirar.

Volvió a coger aire y a meter barriga. Ricky se metió la mano en los bolsillos de sus pantalones hechos a medida, con una sonrisa altiva.

- ¿No puedes comprar otro?

- No tengo dinero tío. – Se oyó un crujido, y Alfred abrió los ojos asustado. – Ay...

Se giró intentando verse la parte de atrás, y Ricky empezó a reír.

- Alfred... - Otra carcajada y entonces Alfred se desabrocho rápido el traje, quitándoselo y mirando la raja que tenía en el pantalón.

- Mierda. – Los lanzó al suelo, con rabia, y se sentó en el sofá resignado.

- ¿Para qué es la entrevista?

- Para el Consejo de la Defensa de los Recursos Nacionales. Es mi trabajo soñado. – Ricky se fue a la cocina a por una cerveza mientras le escuchaba. – Es para unas prácticas, sin cobrar. Y seguramente acabe siendo el chico de los recados al que todo el mundo le pide cosas. Pero llegaré a salvar el mundo. O por lo menos les llevaré el café a los que lo hagan.

- Vale. – Ricky dio un gran sorbo y dejó la lata encima de la mesa, acercándose a Alfred. – Mañana te voy a llevar con mi sastre. – Cogió los pantalones y los estiró. – Y vas a ver lo que es una buena tela. – Cogió cada una de las partes por donde se había rajado y los rompió del todo.

- ¡Ricky! No tengo tanto dinero para pagarme un sastre. Además estoy ahorrando para la boda.

- Tranquilo, te cobrará un tercio del precio real. –Le puso la mano en el hombro, reconfortándole. – Y podrás usar ese traje para la boda. Doble utilidad, lo que a ti te gusta. – Miró de nuevo el pantalón roto, con asco. – ¿Cómo ese no? Que fue el que llevaste en tu comunión por lo menos.

Alfred rio, negando con la cabeza.

- Gracias.

Pablo llegó al bar y vio a Amaia y a Agoney sentados en la mesa, así que se acercó. Poco a poco iba integrándose en el grupo, y se sentía mucho más cómodo con ellos. Más con Amaia que con Agoney, pero ambos le parecían simpáticos y agradables y estaba deseando afianzar la relación.

- Ey, ¡hola! – Se sentó al lado del chico, viendo como tenían un montón de papeles y revistas desperdigadas por la mesa. – He quedado aquí con Raoul, hacemos dos meses así que vamos a ir a cenar para celebrarlo. – Sonrió emocionado y Amaia le correspondió con otra sonrisa ilusionada. Veía a Raoul más contento y eso le gustaba.

PAUSADACómo conocí a vuestro padre // RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora