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El frío gélido cortaba como la hoja de un cuchillo la piel blanca de Sehun, que durante un instante se arrepintió de no hacerse caso a su madre y de no ponerse algo mas abrigador. Era realmente brusco el contraste entre la tibieza que habia dentro del aeropuerto y el frío de la calle, en la parada de taxis.  

Por suerte, no fue difícil para encontrar uno. El y su madre se sentaron en el asiento de atrás, mientras el padre ayudaba al taxista a meter el equipaje dentro en el maletero. Durante el trayecto Sehun miró alrededor, tratando de encontrar algo bonito en el nuevo paisaje. En su corazón, nada podrá reemplazar jamás a Corea, el país que tanto queria, el escenario de su adolescencia. Los años mas hermosos de su vida. 

Procuro distraerse , pues las primeras lágrimas amenazaban sobre sus ojos. 


―Mamá, ¿cuanto falta? ¿La casa queda lejos? 


―No lo se, preguntaselo a tu padre. 


―¡Bah déjalo! Ya no quiero saberlo...


Joo Young le dio un codazo a su hijo y, entre dientes sin que oyera su marido, le dijo que dejara de comportarse como un niño. No habia vuelto hablar con su padre, ya no parecía tener tener la intención de hacerlo. 

En el avión hizo una rabieta para no sentarse al lado de sus padres, y dado que los asientos estaban asignados, una señora amable , a la que le hicieron gracia sus caprichos, le cedió sitio. 


―¡Llegamos dentro de media hora!


El taxista que hasta ese momento no habia pronunciado palabra se sintió obligado a responder la pregunta a el chico. 


―¿Tanto tiempo? ¡Que fastidio! 


Joo Young levantó la mano para darle un coscorrón a su hijo, que rápidamente agacho la cabeza y la esquivo.  


―¡Cuando quieras dejar de hablar tan vulgarmente ya será demasiado tarde! 


―¡Uf Quizá quieres decir que el dia que descubra que tu madre tambien dice "que fastidio"ya sera demasiado tarde.


―¡No metas a la abuela en esto!


―¡Y tu deja de jorobar! 


―¡Paren los dos! ¡Y modera tu lenguaje, señorito, o te dejo sin domingo un mes!


Dongwook habia terciado para cortar la discusión. Su tono era severo y tenía una ceja arqueada, lo que sucedía únicamente cuando estaba realmente enojado. Ambos comprendieron enseguida que era preferible no continuar. 

Resolando Sehun, se acomodo mejor en el asiento, tomo el celular, lo escondió y trato de llamar, pero no obtuvo señal. Tras innumerables intentos sonó una llamada, pero al otro lado de la línea no contestó nadie. Lo volvió a intentar varias veces. Entonces guardo el celular en el bolsillo y miró el reloj : según el taxista aún faltaban veinte minutos para llegar. Sin dejar de resoplar, se acurruco sobre las piernas de su madre y vencida por el cansancio del viaje se quedó dormido. 

єscuchαmє || lαчhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora