40: Final

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De nuevo en el pasillo. De nuevo de un lado a otro, de un lado a otro. De nuevo el enésimo café, el enésimo cigarrillo. De nuevo Valeria y Chanyeol sentados en las sillas oscuras, todas iguales.Con una sola diferencia. El sitio que antes ocupaba Lay ahora estaba vacío. Vacío como el alma de Chanyeol, atormentada por el dolor, por los sentimientos de culpa, por las preguntas a las que nadie daría nunca respuesta.


En el hospital Lay había vivido el tiempo justo para dar el último adiós y para realizar un milagro. Un milagro de los que solo el amor puede hacer. Ese amor que había permitido a su corazón, alimentado por máquinas, seguir latiendo, incluso después de que su alma se hubiese ido lejos, hacia el cielo, unos metros más arriba, allí donde, como alguien ha dicho, los enamorados se encuentran realmente.Estrecharse con fuerza para soportar el dolor de una pérdida, para celebrar la dicha de un renacimiento.


Estrecharse las manos, un poco más cerca, llorando el uno sobre el hombro del otro, con rabia, melancolía, alegría y esperanza. Sobre todo se preguntaban afligidos cómo reaccionaría Sehun a ese dolor espantoso, a esa injusticia inaceptable. Solo Dios podía saberlo.


Aquella canción. Midge Ure. La canción que le encantaba a Lay. Alguien la estaba escuchando en un coche. Las notas, llevadas por el viento, llegaron a los oídos de Chanyeol. Unas lágrimas le cayeron, furtivas, por las mejillas, una carrera del dolor por una pista corta. Una mano en el corazón mientras canturreaba su canción. La mejor forma de decir adiós a un amigo.













Silencio en la habitación.



El señor Dongwook  miraba alrededor para tratar de rebajar la tensión. Los ojos de todos estaban clavados en él. Los de Joo Young, los de Valeria, los de Junmyeon, los de Chanyeol y los de los demás. Pero, sobre todo, los de Sehun.

єscuchαmє || lαчhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora