Emilie

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Vi a Bruno bajar por las escaleras corriendo en dirrección a la salida. 

-¡Bruno!- grité. Él se paró y se giró mirándome con una expresión fría. -¿A dónde vas?- le pregunté una vez que estuve ya a su lado.

-Mi hermana me ha llamado.- me respondió. 

-¿Y Mag?- 

-En la habitación.- dijo señalando escaleras arriba. Se dió la vuelta para irse y yo lo paré cogiéndole del brazo. 

-¿Por qué tienes tanta prisa?- le pregunté. Él me miró desesperado, pero ignoré la expresión de su cara.

-Mi hermana tiene problemas.-

-¿Qué clase de problemas?- insistí.

-Unos muy gordos.-

-¿Cuántos años tiene?-

-Dieciseis.- 

-Entonces creo que ya es lo suficientemente mayorcita para arreglar sus problemas. Venga, vuelve a la fiesta.- le dije sonriéndolo.

-No creo que ella pueda arreglar este problemas sola.- me dijo ya enfadado e irritado. Continué ignorándolo. -Emilie, adiós.- me dijo serio tirando de su brazo con fuerza para que yo le soltara. Me quedé mirándo como se marchaba y entonces le grité:

-Tomas también está en problemas.- Bruno se paró y se giró para mirarme con las manos metidas en su abrigo, pero no me dijo nada y continuó su camino.

Era cierto, Tomas estaba en problemas después de que Mag le dijera a Cadenza que Tomas se tiraba a la secretaria del padre de Cadenza. 

Saqué mi teléfono móvil del bolsillo de mi abrigo y marqué el número de Tomas para contarle lo que había sucedido, pero él no contestó. Escuché unos pasos detrás de mi y levanté la mirada.

-Hace fresco.- comentó Mag mirando a la puerta de la entrada de la casa. Yo no contesté y ella se sentó a mi lado en las frías escaleras con un cigarrillo humeante en sus manos. La música sonaba por todos lados y el suelo parecía vibrar.

-Nunca conseguiréis acostaros.- comenté. Mag dejó salir el humo por entre los dientes de su sonrisa apenada. 

-Eso parece.- dijo. 

-Creo que no le gustas de verdad.-

-¿Por qué dices eso?- me preguntó después de soltar una carcajada. Era normal que se riéra, ella era atractiva, no era normal que un chico la rechazase. 

-Porque si no hubierais follado.- contesté encogiéndome de hombros.

-No todo en la vida es sexo.- dijo soltando el humo con cada palabra. -A demás, no lo quiero presionar.- se sinceró. Esta vez fuí yo la que rió. 

-¿Desde cuándo quieres ir despacio con un tio?- le pregunté. 

-Desde que estoy saliendo con Bruno.- tiró el cigarro, ya casi inexistente, al suelo. -Él es diferente.-

Al escuchar esas palabras estallé en carcajadas, a Mag eso no le hizo gracia.

-¿Por qué coño te ríes? - me preguntó con el ceño fruncido y alzando la voz notablemente enfadada.

-Eres demasiado puta como para sentir algo por alguien.- le contesté sin parar de reír. Su expresión de enfado cambio a una de sorpresa y esta a una de dolor. -Tal vez Bruno busca a alguien más... virgen.-

Mag no respondió. Seguía mirándome dolida, con la boca entreabierta y las cejas alzadas. Echó su mandíbula hacia delante rozando sus muelas inferiores con los caninos superiores y realizó un movimiento semicircular volviendola a colocar normal.

-¿Sabes qué?- me preguntó mirándome fijamente.  Yo aguantaba la risa de forma pésima y me tapé la boca con una mano para no mostrar una sonrisa. -Que te den por culo.- dijo antes de levantarse.

-Mag.- la llamé todavía sonriendo, pero ella no se volvió, continuó caminando hacia la fiesta. Entonces me di cuenta de lo que había dicho, pero no me arrepentí,  se lo merecía.

-Soy una puta hipócrita. -me dije a mi misma encendiendo un cigarro.

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