-Me he encontrado al nuevo vecino –dijo Israel mientras comíamos los tres.
-¿Y cómo es? –intervino mi madre-. Espero que sea normal. ¡Con lo a gusto que hemos estado estos años sin nadie enfrente!
-¿A quién has visto? ¿Al chico? –no creo que Zayn se ajustara a lo que mi madre podría considerar <<normal>>.
-¿Qué chico? Yo he visto a un señor mayor, como de sesenta y bastantes o setenta y alguno. Muy amable.
-Será su padre –deduje yo-, aunque si tiene los años que dices, es un poco mayor, la verdad. No creo que el chico tenga más de veinte. Además, tiene la piel muy oscura. Parece mulato. ¿Él es negro?
Israel negó con la cabeza.
-A lo mejor es adoptado –aventuré-. Por cierto, tiene tu caja de brocas o algo similar.
-¿Mis brocas? –se sorprendió al tiempo que desviaba la mirada al telediario.
-Me las pidió y se las dejé –repliqué encogiéndome de hombros. Él respondió con un gesto similar mientras volvía a concentrarse en el televisor.
-¡Ay, no sé si me convence! –mi madre y sus juicios anticipados-. A ver si vamos a tener jaleo hasta las tantas y fiestas todos los fines de semana. Hablaré con el presidente, lo mismo él sabe algo.
-Cariño, no tengas duda de que te contará absolutamente todo –dijo con ironía.
Israel tenía toda la razón. Mi madre era especialista en sacar información. Él siempre decía bromeando que hubiera sido una perfecta agente de la Gestapo. Sus técnicas funcionaban con todos, también conmigo. No es que tuviera mucho que ocultar, pero de ser así, habría podido sonsacarme sin problema.
-¿Y es mono el vecinito? –odiaba cuando mi madre adoptaba ese tono de complicidad, como si fuéramos amigas. Me parecía totalmente ridículo y forzado.
-Para nada, está lleno de tatuajes y lleva unas pintas horrorosas. Parece sacado de una peli de Vin Diesel.
-¿Y estás segura de que vive ahí? –puso cara de horror-. A ver si el que has visto es un obrero que está trabajando en la casa o algo así. ¡Ojalá! Porque no me gustaría tener que preocuparme y…
Siguió hablando, pero ya no la escuchaba. Había oído en mi cuarto el sonido de un whatsapp. Mi madre no me dejaba sentarme a la mesa con el teléfono cerca, así que no me quedaba más remedio que esperar. Estaba segura de que era un mensaje de Harry.
Me había gustado desde el primer día. De aquello hacía más de tres años y eso que, en aquel entonces, aún le quedaban restos de acné. No es que fuera arrebatadoramente guapo, bueno, seamos sinceros, sí que lo era; tenía unos rasgos bien proporcionados y una simpatía natural que le hacían irresistibles. Al igual que Holly, era despampanante. Tenía una de esas bellezas angelicales que resultan hasta adorables. Sin embargo, era apocada y vivía bajo una fuerte carga familiar: era la mayor de cuatro hermanas y su madre tenía una pastelería en la que mi amiga trabajaba cuando no estaba al cargo de las pequeñas. Harry era para Holly, el complemento perfecto, como un anillo o un collar para un precioso conjunto. Una pieza que, en solitario, es bonita, pero que saca todo su esplendor cuando la escoges para un fino y delicado cuerpo con una de sus mejores atuendos. Para mí, sin embargo, él era mucho más de lo que podía desear. Me sentía estúpida por pensar siquiera que pretendiera tener algo conmigo estando con Holly, pero, o era un sueño, o la noche anterior habían saltado chispas entre nosotros.
Terminé de comer en cero coma y subí rápidamente a mi dormitorio. Me equivoqué, el mensaje era de Amy.
Acabo de volver. No vemos?
¡Amy estaba aquí! Nada más terminar de responderle para que se pasara por mi casa cuando quisiera, sonó una llamada entrante. Era Harry. Contuve la respiración al responder.
-Adriana, soy Harry. ¿Cómo estás?
-B-bien –balbuceé.
-Me voy a ir al pueblo con Holly. Me llamó ayer para que fuera y…, bueno, creo que es lo mejor. Pero me gustaría que nos viéramos antes.
Me dije a mi misma: <<Nunca dejes colgada a una amiga por el tío que te gusta>>. Es básico y de sentido común, tanto más si el tío en el novio de una amiga. ¿Qué clase de persona sería si lo hiciera?
-He quedado en casa con Amy, pero puedes venirte…, si quieres.
Harry y Amy no se caían especialmente bien. Después de pasar una larga temporada lanzándose pullas, al final habían llegado a un pacto táctico de no agresión.
-Paso –respondió con voz cortante-. Hasta esta noche no me voy. Si ves que se larga pronto, dame un toque y vemos antes de que me vaya, ¿ok? Creo que es importante que hablemos.