«Destino arribista» - Capítulo 2

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Donnovan Jonhson

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Donnovan Jonhson

La mañana despunta con el esplendor característico de un día tan magnífico como mi ego, así que naturalmente comienzo con un café que haría temblar las montañas. Salgo del café con la confianza de quien sabe que el universo conspira a su favor y me topo con mi hermana, quien está absorta en su portátil como si estuviera descifrando los secretos del universo.

«¿Qué tanto haces?» inquiero con mi habitual tono de superioridad.

Ella me lanza una mirada cómplice y trata de arrebatar un pedazo de mi bagel, pero con un hábil codazo defensivo, evito su intento. Sin embargo, Alejandro hace su entrada triunfal con dos cafés y tres bagels, y mi hermana no pierde la oportunidad de hacerse con dos bagels de un solo golpe. «Codiciosa», murmuro mientras la observo devorar su botín con avidez.

Pero volvamos al meollo del asunto: ¿por qué estamos en el aeropuerto? Ah, sí, la universidad en Boston, ese acuerdo que hice para regresar y sumergirme en el mundo académico, aunque falten unas cuantas semanas para el inicio oficial. Ya saben, esas pequeñas cosas como acomodar mi departamento y prepararme psicológicamente para la vida estudiantil.

Ah, y ¿qué hay de Liz? Bueno, Liz se ha embarcado en la noble tarea de gestionar las candidaturas del partido en la región de Boston. Y luego está Alejandro, trabajando en la FAEI, el centro neurálgico de operaciones en Boston. Y, por supuesto, Rosibel, la hermana de Alejandro y objeto de deseo de todos los Johnson del mundo, también está allí. La única diferencia es que ella viajó antes que nosotros.

—¿Dónde te quedarás a vivir? —pregunta Liz.

—Compré un departamento en Back Bay —respondo, provocando que alce las cejas en sorpresa.

—¿Por qué lo compraste? —inquiere con curiosidad. —¿No sería mejor solo alquilarlo?

—Estaré aquí durante cinco años, y con el aumento del alquiler cada año, a largo plazo el costo del departamento valdrá más de lo que me costó adquirirlo hoy. Así que, en realidad, es una inversión a largo plazo —explico.

—Pero solo son 5 años, no vas a vivir ahí toda tu vida —observa Liz.

—Correcto, pero puedo ponerlo en alquiler una vez que me mude y aumentar su precio. Así recuperaré mi inversión y todos seremos felices —concluyo con una sonrisa.—A demás, así gano un bien propio. 

Ella iba a responder, sin embargo el sonido del aviso de abordo nos toma por sorpresa. Alejandro toma el bolso de mano de Liz, mientras que yo solo tengo mi mochila. Camino hacia la entrada de abordo, Lizbeth va detrás de mí junto a Alejandro. Las aeromozas nos saludan, Lizbeth tiene un rostro serio cuando una de las mujeres se ofrece a ayudar a Alejandro con su bolso. Se me es imposible no reírme, los celos tan estúpidos de Liz. 

Lizbeth mira a Alejandro,—cariño, allá están nuestros asiento.

Alejandro la mira con confusión,—claro,—responde temeroso. Ambos se sientan juntos en la sala de primera clase, mientras que yo me voy al fondo. Tan cerca de la clase turista, tomo uno de mis libros y me pongo a leer, mientras la música pinta mi camino con usa dosis de paz y tranquilidad.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora