EXTRA - OJOS PROFUNDOS

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Janick Méndez

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Janick Méndez

Esta no solo es la historia de un orgulloso, sino de dos.

Con qué seguridad la comentas, dulce Janick.

¿Dulce? ¿Dulce? Soy ácida, así me creaste.

Ciertamente es de tal forma.

Volviendo al tema, esta historia no solo se trata de él, también es sobre mí.

¿Quieres iniciar?

Corre extra.

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El mundo desde mi perspectiva siempre me pareció una horrible crueldad. La gente y sus diferencias, tanto en el aspecto de clases y razas. Sin duda alguna, nunca quise estar en un lugar como este. Pero para mi mala suerte, mi madre tuvo que traerme.

«¿Por qué no es más fácil matarse?»

Tengo razones suficientes para entenderlo y hacerlo.

Sin embargo, mi valentía deja mucho que desear.

La noche está presente, el olor a nicotina me llena las fosas y no porque la ingiriera. Mi madre y el estúpido de su marido se encuentran fumándose todo la tienda. Estoy tan cansada de oler esa mierda, tan cansada de estar en esta casa, ya queda pocas horas para poder irme.

«Preciosa, paso por ti en unas horas para ir al aeropuerto.»

En solo unas horas volvía a estar en un avión, en camino nuevamente a un país.

Con la diferencia, que esta vez no me encontraría lavando platos, limpiando pisos, ni baños. Me había esforzado tanto en estos últimos tres años para poder lograr mis metas. Mi sueño se volvía realidad, pertenecer a una gran universidad y escapar por fin de las escobas y detergentes. Siempre tuve en mente la dificultad que involucra esta universidad, pero era un sueño imposible a punto de comenzar. Delineo mis labios, el rojo carmesí que es un sello en mí decora mi rostro. Mi cabello se ve maravilloso y todo se lo debo a mi tía, Vero. Siempre hace que me vea hermosa. Una ligera sonrisa me invadió, tomé mi chaqueta de cuero, el rojo me iba bien o eso era lo que deseaba creer.

«Silencio, todo nos queda de maravilla.»

Respiré, tomé mi teléfono y salí de casa sin previo aviso. Lo último que vi por el reflejo fue a mi madre encendiendo otro cigarrillo, negué cerrando la puerta. Deambulé un rato por las calles, mi hogar no estaba tan lejano del aeropuerto, para mi suerte. En una de las esquinas me encontraba a una amiga, vestía lo usual de cada noche. Faldas diminutas, tacones ligeramente altos y corpiños mejor estructurados.

Sí, Val es una mujer de la noche. Me gustaría decir que es por simple ocio, sin embargo, es todo lo contrario.

Veo acercarse a Joan, ella es una mujer trans, su sonrisa es contagiosa, viene vestida casi igual que Val. La saludo, me sorprende como es que pese a la mierda que pasen en casa, ella siempre sonríen, sin importar qué. La sonrisa es tan espontánea, a veces considero que es simple costumbre, pero me pregunto...

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora