Janick Méndez
La música suena por toda la habitación, la voz de Marciano Cantero inunda mis oídos, mientras coloco el carmesí en mis labios. Delineo por última vez mis ojos, sonrío ante mi reflejo, me acerco al vestidor y tomo mi chaqueta roja, los pantalones celestes con estrellas se entallan a mi figura.
—¿A dónde irás?
—Al bar de Florentino,—respondo.
El Bar de Florentino, es uno de bares mas conocidos en Boston. Tiene una temática para los "inmigrantes" latinoamericanos, es gracioso ir y convivir con personas ligeramente parecidas a mí.
—Tráeme un lomito de ahí, ¿quieres?,—asiento dejando un poco de perfume en mi clavícula. Mi tía se acerca a mí y acaricia mi mejilla.—Que hermosa te ves, Janick.
Sonrío en señal de gracias, se limita a dejarme una última mirada para luego irse. Veo mi chaqueta y la tomo guardando el dinero en mi billetera. Tomo mi teléfono, veo el mensaje de Susan relucir.
«¿Debería usar un vestido corto o mejor una blusa con escote?»
Abro la foto, siento temor por su busto, que en cualquier momento puede salirse de la blusa. El vestido, ni que decir, parece que solo debe inclinarse un poco hacia adelante y se le vería todo el alma. Le mando un mensaje rápidamente.
«Algo que no exponga tanto tus partes íntimas.»
«Sí, tienes razón. Le dije a Maddxon que fuera por ti, para que luego vengan por mí.»
La sonrisa se me borra inmediatamente, intento enviar un mensaje, pero el teléfono se me bloquea al ver la llamada entrante de un número desconocido.
Contesto,—¿Entonces? ¿Vas a bajar? ¿O tengo que tocar el claxon?
Ruedo los ojos al escuchar su voz tan insufrible, me acerco por la ventana y veo el Roll Royce parqueado, él se encuentra con el teléfono en la mano, lo miro desde arriba. Él me busca con su mirada, sonríe, me limito a solo verlo sin ganas de hacerle caso. Tomo mi bolso y salgo de la habitación bajando las escaleras.
Leo me da una mirada de reojo, veo como toma su billetera y deja unos cien dólares en la mesa.—Toma, ten cuidado, si necesitas que te recojan, me avisas.
Asiento, tomo los billetes y los guardo,—diviértete.
Dice por último, salgo de la casa y ahí está él, me mira de pies a cabeza.—¿Crees aguantar toda la noche en tacones?
—¿Te importa?
—Sinceramente sí, no quiero padecer de una hernia por cargarte.
Lo quiero asesinar con la mirada, pero mi limito a solo verlo e ingresar al auto. Maddxon tiene un buen gusto, su auto es magnífico y no me pienso retractar. Lástima que solo para autos tiene buen gusto.
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Mi Perdición
Teen FictionÉl un completo arrogante y narcisista. Ella orgullosa y resentida. Él regresa de su año sabático. Ella inicia una nueva vida. Ambos cruzan miradas a través de un flash. Sin pensar que ella se volvería su perdición. Y él su dolor de cabeza. Pero tamb...