Caso 2

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Sonreír es la cosa más hermosa que tiene el ser humano. Cuando pierde su razón para sonreír, es porque ya no queda nada por dentro.
Amarantha Johannson

Paso firme, espalda recta, mirada enigmática y sonrisa coqueta.

Cierro los ojos para recordar todo eso antes del desfile. No es mi primera vez ni mucho menos, pero siempre me esfuerzo al límite para mantenerme en la cima, para seguir siendo la mejor. Seguro que a ellas les gustaría verme donde estoy ahora.

Deslizo el albornoz rosa pálido de mi cuerpo y me miro al espejo para analizar mi figura completamente desnuda.

Estoy delgada en extremo y mi piel es casi del color de una hoja de papel.

No estoy enferma, no, sino que éste es el mayor logro que una modelo profesional tiene: un cuerpo al que la crítica suele catalogar como "perfecto".

Vuelvo a cerrar los ojos y me abrazo buscando obtener quizás algo de calor, o, tal vez, consuelo.

Me coloco la ropa interior negra de encaje y camino nerviosa por el camerino, deteniéndome a mirar mi rostro en el espejo de vez en cuando.

Paso firme, espalda recta, mirada enigmática  y sonrisa coqueta.

Mis ojos amenazan con llorar y miro hacia el techo buscando calmarme. Yo no debería estar aquí..hoy es un día sagrado.




Dime, honey. ¿Crees que a Clara y Amanda les hubiera gustado que faltaras a uno de los desfiles más importantes de tu vida?—preguntó François, mi mánager, mientras se fumaba un cigarro Marlboro.

—Sé que no, pero esto es importante François...—me quejé.

—Importante es que estés en Viena mañana—sentenció sin siquiera escuchar mis palabras.

—Pero...

Amarantha, que te quede muy claro algo: la vida de las modelos está llena de sacrificios. Tú quisiste meterte en esto para ser la mejor, así que te me aguantas, o si no, regresa al cuchitril del que nunca debiste salir.—me interrumpió claramente enojado.

—Lo...lo siento—susurré, sintiéndome como una niña a la que acababan de regañar por algo muy grave—. Estaré en Viena mañana.

Él sonrió y levantó mi cabeza, soltando el humo de su cigarro en mi rostro de manera maliciosa.

Así me gusta.


Me siento en la silla frente al tocador y me llevo ambas manos a las mejillas. Siento que esto podría acabar conmigo en cualquier momento.

Llaman a la puerta. Es Avril, mi maquillista y, en el pasado, mi mejor amiga.

—¿Qué haces aquí?—pregunta dejando su neceser en el tocador y mirándome extrañada.

—Tengo trabajo.—me limito a responder sin ser capaz de mirarla a los ojos.

—No...tú nunca dejarías de ir al cementerio en un día como este. Te conozco. ¿Qué ocurrió?

—Nada.—respondo bajando la cabeza, aturdida.

—¿François te obligó?

—No...—susurro.

—¿Tuviste algún problema con tu madre?

—¡No, joder, no! ¡Sucede que si quiero ser la mejor no puedo perder el tiempo!—siento una punzada en el pecho al decir tales palabras.

Un día en mi vida #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora