Caso 5 Pt 2

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Soy una luchadora, y eso siempre será así: proteger a los que quiero es mi única misión en la vida.
Erin Twilight Sewell

Aileen está acostada a mi lado.

Me gustaría pensar que está dormida, pero su jodida costumbre de moverse hacia todos los lados cuando está nerviosa, la delata. Yo apenas sí puedo respirar sin que me duela todo el cuerpo por lo del accidente.

Maldito Pacey. Me las vas a pagar por esto.

Realmente no sé qué es lo que hace mi hermana aquí.

Desde lo que le hice no me había vuelto a dirigir la palabra, aunque muchas veces la pillé mirándome furtivamente. En esas ocasiones me esforcé por lucir alegre y ajena a los problemas para que me odiara más que antes y dejara de preocuparse por lo que me pasara.

Quería que me dejara y fuera feliz lejos de una persona tan tóxica como yo, quería que olvidara que tenía una hermana, que alguna vez en nuestra niñez jugamos a las muñecas, donde yo siempre fui el papá que velaba de la seguridad de todos porque, ése era mi trabajo.

Desde las muertes de papá y Zach en combate, mi deber era cuidar de nuestras vidas, quizás no de la mejor manera, pero sí de la que dominaba y creí correcta.

Aileen y yo nacimos el mismo día, nos formamos del mismo óvulo y el mismo espermatozoide, sin embargo desde el comienzo, no pudimos ser más diferentes.

En lo que ella vino a este mundo con el cabello casi de un color dorado, ojos brillantes, y gritando como una condenada, yo tuve el cabello oscuro, mirada apagada y no emití sonido alguno, llegando a preocupar a los doctores que creyeron que estaba muerta con a penas minutos de nacida.

Ella creció creyendo en historias de princesas y cuentos mágicos, siendo mimada con recelo por nuestra tía paterna Emelise, y yo permanecí con mamá cuando era golpeada por el hombre que trató de ocupar el lugar de nuestro padre, militar reconocido que falleció durante una misión en Libia junto a su hijo mayor Zach Midnight.

Conocí de primera mano el dolor, el sufrimiento y el odio que tratan de consumir a los seres humanos poco a poco, y me negué a tener una vida feliz dentro de una burbuja rosa como mi hermana, eso sí, no la haría pasar por todo lo que yo sufrí. La mantendría alejada de todo, protegiendo su inocencia.

No sé si es porque nací unos segundos antes que ella, pero lo cierto es que siempre la he considerado como mi hermanita pequeña, como esa flor exótica a la que hay que cuidar con esmero porque puede morir ante cualquier cambio brusco en el ambiente.

Por eso, cuando nos veíamos en aquel pequeño parque a unas manzanas de casa, siempre le dije que mamá estaba bien cuando en realidad no era cierto, que reíamos y éramos felices cuando en realidad llorábamos a toda hora, y que pronto seríamos una familia alegre y única cuando ya nada volvería a ser como antes.




—¿Todo está bien, Erin?—preguntó Aileen mientras me miraba atenta con sus enormes ojos verdes. Yo asentí tratando de esbozar una débil sonrisa—. ¿Y mamá? ¿Cómo lo están pasando con el tío Dawson?—detecté un brillo inusual en su mirada y agarró mi mano pálida.

Fruncí mis labios es una línea recta.

—Nos lo estamos pasando bomba—mentí—el t-tío Dawson es muy bueno con nosotras y nos lleva a tomar helado siempre que puede.—acabé con una sonrisa fingida.

—Qué envidia...me gustaría estar ya con ustedes.—se quejó haciendo un puchero.

Me estremecí ante la idea de que ella pudiese ser golpeada también por el monstruo que había en casa y me mordí el interior de las mejillas.

Un día en mi vida #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora